Málaga trabaja para atraer a turistas de lujo, dicen las crónicas de los enviados especiales a Berlín. Los enviados especiales a Berlín siempre han ido a cubrir guerras o cumbres mundiales o acontecimientos deportivos o manifestaciones grandiosas o encuentros de jefes de estado. Ahora van a cubrir ferias turísticas, lo cual es un símbolo de tranquilidad o de nuevos tiempos.

Tampoco está mal que las guerras entre europeos hayan sido sustituidas por partidos de fútbol o guerra por atraer turistas. Málaga quiere su cacho. Málaga ciudad, antaño desprovista de hoteles, dotada si acaso de un cuatro estrellas de medio pelo, fondas, pensiones y lugares dudosos de encame con chinches. De esto hace mucho ya, ahora la planta hotelera es amplia, los hoteles se encuentran por doquier y son tantos que hasta se puede escribir doquier, que no he sabido nunca bien que significa pero que queda estupendo en un texto. Peor sería escribir que hay hoteles a cascoporro o que hay hoteles atrabiliarios o que los hoteles son escasos.

Málaga es un gran destino ya no solo de fin de semana y sí de semana entera. Playas, museos, exposiciones por las que ya merecería hacerse el viaje, restaurantes macanudos, catedral, Alcazaba y todo lo que ya saben y si no lo saben, vengan a Málaga. La ciudad quiere vender paquetes premium, así los llaman. O sea, adquirir al mismo tiempo billete de avión, entradas a museos, reservas en restaurantes concretos, etc. El invento es bueno, pero deja poco margen a la improvisación, que es algo muy español. Menos mal que no es algo muy alemán, así puede comercializarse mejor en Alemania. Tú a un alemán le dices que venga a Málaga y que cuando aterrice ya veremos, ya iremos haciendo planes, ya si eso, y se te va a la Manga del Mar Menor o a Mallorca, a Túnez o a Estambul. Se lo dices a un español y está encantado de la vida, o sea, una cervecita y ya vamos viendo, cuando en realidad lo único que hay que ver (aparte de museos) es dónde tomar la segunda. Los rectores del turismo malagueño, o sea, la concejala, apuesta también por la mejora de la conectividad con Alemania, un latiguillo, mejora de la conectividad, que también ha empleado en la ITB el consejero Juan Marín. Significa: hay que poner más aviones. Sí. Con Berlín y con Munich, Dusseldorf, Colonia, Bonn, etc. No sé si el lector se sabe muchas más ciudades alemanas. Puede aportarlas al listado. Siempre y cuando tengan aeropuerto, claro.

También está muy preocupada Málaga (señal de que ya es un gran destino) por romper la estacionalidad. La estacionalidad debe ser de un material duro y resistente, dado que la trata de romper la Costa del Sol (e Ibiza, Cádiz, Benidorm, etc.) desde los tiempos aquellos de la Sociedad de Propagandistas del Clima y nada. O desde que los ricachones como Edgar Neville (lean sus cuentos y prosa) invitaba aquí, a Marbella, en concreto, a sus amistades en verano. Décadas y décadas hace de aquello.

Pero el caso es que la estacionalidad se resiste a partirse y ahí está Málaga, en duro combate contra ella, doblándole el espinazo. O sea, que vienen turistas en invierno, en otoño y en todas las épocas del año. Existe gran oferta. Muchos apartamentos turísticos también, un centro encantador, etc. Lo que sí habría que regular es a los peatones, que van como locos andando tranquilamente por aceras o calles peatonales y cualquier día van a atropellar a un patín. O a la estacionalidad misma.