Mi nombre es Roberto Carlos, pero me llaman Diken. Es un apodo que me pusieron compañeros de la Universidad en Venezuela. Enseño español en Antequera martes, miércoles y jueves, dos horas cada tarde. Y me encanta. Para mí las clases son algo fijo y trato de que nada interfiera en ellas. Cuando falta la otra profesora voluntaria, voy en su lugar e intento estar ahí todo el tiempo que puedo. Empecé con pocas personas, cuatro o cinco, y ahora son como mínimo doce o trece alumnos. Hemos llegado a tener hasta veinte. Hay marroquíes, tres sirios, una chica de Tailandia, tres brasileños...es un grupo bien amigable. El idioma es realmente una barrera importante que salvar para salir adelante y me gusta estar ahí para apoyarles lo más posible en el camino.

Hace cuatro años que llegué a España con mi mujer y dos hijos, y más de uno que vivo en Antequera, donde pude conocer la sede de Málaga Acoge y su trabajo. La asociación me apoyó de muchas maneras, me sentí muy a gusto y, en agradecimiento, me ofrecí como voluntario para impartir clases de español.

En Venezuela era profesor con una maestría en Antropología Social y siempre he estado interesado en el tema de la africanidad. Fui presidente de una asociación que apoyaba a través de la educación y la formación a comunidades de personas afrodescendientes en una región agrícola al sur del Lago de Maracaibo. Quizá por eso desde el momento en el que llegué a Antequera me sentí como hermanado con Málaga Acoge y muy identificado con su labor.

Cuando dejé mi país lo hice buscando mejoría personal y profesional, inclinado a conocer más sobre el mundo de la africanidad. Como había viajado suficiente por América - estuve en Estados Unidos, México, Canadá e islas del Caribe-, sentía que podía dar el salto a España. Mi sueño es viajar a África, ir al sitio donde comenzó todo para seguir investigando sobre el proceso de la esclavitud. Cuando dejé mi país la situación no era tan problemática como se tornó hace dos años y como se encuentra ahora. Toda mi familia está en Venezuela: mis padres, mis hermanos, mi abuela, mi gente. Les echo de menos.

Al llegar a España vivimos primero en Tenerife, donde no llegó a cuajar un proyecto con la cátedra de estudios africanos de la Universidad de La Laguna. Así que hace un año nos trasladamos a Antequera. El cambio de vida ha sido bueno para los cuatro. Miro el futuro con optimismo. En estos días recibí la noticia de que se resolvió de manera favorable mi solicitud de residencia.

Aparte del voluntariado en Málaga Acoge, doy clases de música y baile afro en la Escuela Municipal de Música de Antequera dos veces a la semana. También estoy estudiando francés en una escuela gratuita de mayores. Soy muy inquieto. Me gusta estar en movimiento. Mi hija de 21 años y mi hijo, de 19, están también muy motivados y quieren seguir sus estudios en la Universidad de Málaga en cuanto puedan. Mi mujer también es voluntaria en Málaga Acoge y colabora en temas administrativos.

*López Mayora es voluntario en la sede de Málaga Acoge en Antequera