Conociendo bien a mis amigos finlandeses, estoy seguro que cuando en aquel soleado día de octubre de 1959, el comandante Olli Mäkinen y el copiloto Antti Waris se preparaban para aterrizar en la flamante pista asfaltada del aeropuerto de Málaga, sabían perfectamente que estaban escribiendo una página importante en la historia de este extremo meridional de Europa. Su vuelo 'chárter' - ya histórico - sería el que inauguraría aquellas instalaciones, finalmente dotadas de las ayudas a la navegación aérea que las normas internacionales exigían.

Pilotaban un Convair Metropolitan 440 con la bandera de la Kar-Air, una compañía finlandesa de aviación. Un sólido y muy fiable avión fabricado en Estados Unidos. Con dos motores de hélice. Y digno heredero de otro gran clásico americano, el DC-3. Fue el Convair de los finlandeses bautizado inmediatamente por los malagueños como 'el Cónbe'. La aeronave había recorrido desde Helsinki, la capital de Finlandia, hasta Málaga, una distancia de más de 3.000 kilómetros. Con su tripulación y 48 pasajeros a bordo. Con las escalas técnicas previstas en la ciudad sueca de Gotemburgo, en Luxemburgo y en Barcelona, el vuelo se había desarrollado con absoluta normalidad.

En el aeropuerto malagueño de El Rompedizo esperaban las autoridades y diversas personalidades locales. La tripulación y los valerosos expedicionarios, es decir, los pasajeros, fueron recibidos con todos los honores que la ocasión se merecía. Era el mediodía del 20 de octubre de 1959. Todos estos datos los debemos a la incansable labor de investigación de un ilustre historiador y experto aeronáutico, felizmente afincado en Málaga, Luis Utrilla Navarro. Autor de obras indispensables y durante muchos años miembro del equipo de dirección del aeropuerto de Málaga, tuvo don Luis un papel muy relevante en la recuperación y posterior restauración de este avión para el magnífico Museo del Aeropuerto de Málaga. Para lo que contó en todo momento con el apoyo incansable del entonces director de la instalación aeroportuaria, Mario Otero Andión, y la colaboración de importantes instituciones aeronáuticas de Finlandia.

El aeropuerto del Rompedizo fue mi aula magna. Son inolvidables aquellos traslados de los primeros turistas ('el transfer') a sus hoteles malagueños, desde el casi rústico terminal del aeropuerto. Se hacían en los portentosos taxis de rutilantes marcas norteamericanas de la época. Con aurigas legendarios como Paco Moreno, el 'cabo Pepe', Jesús 'el lechero' y su familia, y tantos otros personajes inolvidables, a los que encomendaban nuestros primeros visitantes Viajes Málaga. La agencia de viajes de la providencial familia Utrera. Recuerdo las diarias emociones de los que trabajábamos entonces en la joven y casi improvisada industria turística malagueña de aquella época. No había que tener una gran sagacidad para darse cuenta de que el tener un día un aeropuerto que reuniera el equipamiento que las normas aeronáuticas internacionales exigían, nos abrirían de par en par las compuertas de los tiempos nuevos. Y que a partir de ese momento muchas cosas cambiarían en esta tierra.

El pasado lunes (el 2 de septiembre de 2019) La Opinión de Málaga nos sorprendía gratamente con la publicación de una impresionante portada que conmemoraba los 100 años de nuestro aeropuerto de Málaga-Costa del Sol. Les felicito por esta acertada iniciativa. Y por la publicación de una breve e indispensable historia de este primer siglo de nuestro aeropuerto. En la que, como no podía ser de otra forma, se menciona con todos los honores la llegada del avión de los finlandeses. He guardado cuidadosamente las dos páginas de honor del periódico dentro de un libro tan indispensable como perfecto: El Aeropuerto de Málaga. Fue publicado a finales del siglo pasado. Lleva la firma de Luis Utrilla Navarro. Fue publicado por la editorial malagueña Arguval, con la colaboración de Aena. Lo conservo como lo que es: un tesoro.