Pedro Sánchez aceptará un debate a cinco. Aceptará. Los periodistas aceptamos poner tal titular. Pero cómo que aceptará. Es su obligación. Y si no, que no hubiera convocado elecciones. Será el día 4, temeroso de los datos del paro que pueden salir jornadas después.

Ya conocen aquella famosa frase: «Es la economía, estúpido». En efecto, «La economía, estúpido» (the economy, stupid), fue una frase muy utilizada en la política estadounidense durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992 contra George H. W. Bush (padre), que lo llevó a convertirse en presidente de los Estados Unidos. Ahora cabría decir, es la economía, Sánchez. Es el factor que no te esperabas.

Comienza por desgracia una nueva crisis y una recesión de dimensiones desconocidas alentada por las tentaciones autárquitas, aislacionistas y populistas de gente tóxica y peligrosa para la armonía mundial como Boris Johnson o Trump. Cuando hace unos años Arenas tenía al alcance la victoria en Andalucía, y así lo anunciaban todas las encuestas, Griñán no adelantó las elecciones andaluzas. No las hizo coincidir con las nacionales. Y así, en unos meses, Rajoy acometió recortes y la reforma laboral y eso hizo que el PSOE andaluz mantuviera, por poco, el poder. Pese a que el PP logró cincuenta escaños de 109. Más o menos el doble de los que ahora tiene, por cierto. No creemos (en realidad no tenemos ni pura idea) que algo parecido vaya a ocurrir, es decir, sería raro que de aquí al diez de noviembre la sensación entre la gente hubiera cambiado tanto respecto a la economía como para que el voto cambiara masivamente, pero lo que no es descartable es que las elecciones, en estos tiempos líquidos, cambiantes y de multi oferta electoral, son menos predecibles que antes. Se avizora una mejora del PP y una caída de Ciudadanos. El morbo mayor está en ver cómo de grande es la faena que Errejón va a hacerle a Pablo Iglesias. Iglesias puede ser el once de noviembre un cadáver político o un aspirante a vicepresidente del Gobierno. Otra vez. Y sin que necesariamente una cosa u otra tenga que ver con el resultado electoral. Es decir, si su concurso es necesario, por poco escaños que tenga, seguirá en liza. Si no, no. Gana quien forma mayoría.

Se nos va la argumentación por el lado del análisis político y aquí lo que queríamos resaltar es la importancia de que haya debates. Somos muy partidarios, no solo de la sana confrontación ideológica televisada, también de que se arreen con denuedo y de que nos hagan pasar buenos ratos en el sofá o la hamaca bien provistos de vino y aceitunas, que por cierto hay que consumir más que nunca por mor de la agresión de Trump, los aranceles que va a imponer a productos españoles y europeos. Ese arancel es un arancel a la civilización, o sea, al consumo de aceitunas, aceite, vino, etc, productos en los que anida sabiduría y estilo de vida saludable.

No estaría mal que los candidatos promocionaran en tales debates los productos hispanos. Tal vez Abascal debería hablar del jamón ibérico y Casado de los torreznos, Rivera de la butifarra, Iglesias de los churros y Pedro Sánchez del vino, dado que algunos lo ven embriagado de poder. Errejón no puede promocionar nada, que se nos ha quedado esmirriado de tanto leer y conspirar y no tiene pinta de gastrónomo. Sin que sea contradictorio que la nueva chaqueta que ha adquirido (la de socialdemócrata sensato) pueda resultar atractiva. Lo debatiremos.