El bebé duerme. La casa descansa con el salón recogido. No queda confeti en el suelo, aunque ella aún barre. Gabriel lee uno de los relatos de 'Los cuentos de Beedle el Bardo', de la creadora de Harry Potter, la invaluable Rowling. La edición es grande y de pasta dura azul y rotunda. Los cuentos se citan en la séptima entrega de Potter cuando aún no existía el libro, un recurso ingenioso. Se contaba que había un ejemplar escrito en el siglo XV por un tal Beedle, muy seguido por los magos y tal. La curiosidad se despertó por los jóvenes lectores de Harry Potter y la autora, la real, escribió lo que no estaba escrito y hoy -año nuevo cuando escribo- es papel y literatura en las manos de mi hijo...

«En el año 2019 el hombre ha fabricado otros hombres». Es la primera frase del afiche promocional de 'Blade Runner', colgado en la pared de la habitación que acoge anaqueles y libros y dos mesas de estudio, en una de las cuales ahora escribo y en la otra hace -hacemos- los deberes mi hijo. Debajo del texto hay una composición fotográfica que representa los edificios colmena de la película, uno de los coches voladores desde los que patrullan los agentes policiales y los tres protagonistas: Harrison Ford, pistola en mano; la delicada e inestablemente hermosa Sean Young, actriz norteamericana como el querido Ford que comenzó su carrera como bailarina de ballet; y el holandés Rutger Hauer, el inolvidable replicante Roy, el existencialista líder de los Nexus 6, el único que no mira a cámara, con la icónica paloma blanca en la mano, más espiritual que picassiana, que parece estar viendo naves de ataque en llamas más allá del hombro de Orión.

Hoy es ya el segundo día de 2020 y el futuro, qué extraño, se ha quedado atrás. Mi hijo está leyendo sentado en el sofá del salón un libro que, en realidad, sólo existía en un mundo de magos que no existen. Y yo publico la primera columna del periódico sin entender que no haya coches volando ahí fuera ni que 'Blade Runner', la película de Ridley Scott, que vi por primera vez hace casi 40 años en el cine Royal, en la malagueña calle Armengual de la Mota, ocurriese en 2019 aunque fuese ficción, porque aún guardo la sensación de estar en la sala frente a la pantalla creyendo que 2019 estaba muy lejos en el tiempo, tanto como para que todo lo que se contaba en la película pudiese ser sin lugar a dudas más que verdad en aquel futuro tan lejano que hoy ya es pasado. Tampoco entiendo por qué el actor Rutger Hauer ya está muerto. Cómo puede ser posible que eso sea así y él ya no sea, y que ya sea sólo en la pantalla y en el póster colgado de la pared de la habitación donde escribo. Por eso, mientras escribo miro a veces por la ventana el cielo donde sólo vuelan los pájaros y algún avión lejano que va o viene del aeropuerto que el año recién pasado ha cumplido 100 años... 2020 abrazos.