Los científicos están exultantes con el nuevo invento del robot biológico, de momento en fase micro. Poseídos del entusiasmo por un descubrimiento, los científicos no suelen hacerse preguntas acerca de para qué servirá. Después de lo que le ocurrió a Eistein, uno de los padres de la bomba atómica pero que se enteró demasiado tarde de lo que había hecho, ahora a veces advierten sobre los problemas éticos del uso del invento, como una nota a pie de página o una cláusula del tipo 'usted verá qué hace, señor mío'. La cosa aquí parece clara: puesto que la investigación está financiada por el Ministerio de Defensa USA, lo que hay que hacer es tan sencillo como mandar allí un interventor ético, con facultades de bloqueo, para que detenga cualquier desarrollo del tipo 'soldado universal'. Los científicos podrían hacer la propuesta, que el Ministerio seguramente acogerá encantado.