Estar centrados en todo momento en pensar de manera positiva, mirarnos al espejo y sonreír, imaginarnos situaciones agradables u obligándonos a tener un auto diálogo positivo leyendo frases motivadoras solo nos hacen bloquear más las emociones negativas.

Existen días malos, claro que sí, tenemos que aceptarlos, aceptarnos a nosotros mismos y darnos el derecho a sentir y actuar en relación a nuestros sentimientos, siempre con respeto. En época de confinamiento nos resulta más fácil sentir (que no reconocer) las emociones. Normalmente y dado el estrés al que solemos estar sometidos en el día a día normal, no sentimos las emociones hasta que afloran de una forma evidente, sin ser conscientes de la evolución de las mismas ni del posible control. En numerosas ocasiones las consecuencias llegan en forma de reacciones somáticas, emocionales, cognitivas y comportamentales, cuando ya no podemos reaccionar y dirigirlas.

Gracias al tiempo que disponemos la mayoría de nosotros, podemos ser más conscientes de lo que pensamos, lo que sentimos y cómo reaccionamos, teniendo entre manos la mejor posibilidad para aprender sobre nosotros mismos y la capacidad de controlarnos, favoreciéndonos y mejorando nuestro contexto.

Ahora estamos más en contacto y muchas personas me escriben preocupados por la tristeza o apatía que sienten, con sentimientos de culpabilidad por sus pocas ganas de levantarse de la cama, con presión en el pecho, disgustados o sin ilusión. Y en muchas ocasiones la preocupación por dichas sensaciones llega hasta un punto de tener que optar por ir al hospital (con el riesgo que supone por el COVID-19) para conseguir control y poder reestructurarse de nuevo a través de la medicación.

Es una época muy complicada mentalmente. Las noticias, la falta de aire fresco, la nueva rutina mezclada con la rutina del hogar de siempre, el espacio reducido, el control de la comida, de la desinfección, la economía, la salud física, las recomendaciones de salud en general, ¡hasta el humor en relación al virus nos genera estrés! Atreveos a hacer una lista de todo lo que os provoca estrés a lo largo del día, qué pensamientos, actitudes de vuestro alrededor, noticias, etc. para que seáis más conscientes de la situación real, sin darle más importancia de la que tiene, pero aceptando y comprendiendo el porqué de determinadas reacciones emocionales.

¿Qué podemos hacer para mejorar dicha situación invirtiendo solo una hora de nuestro tiempo al día? Entrenando la mente. Igual que entrenamos nuestro físico y todos lo hacemos, es hora de poner en práctica la mente de manera obligatoria cada día.

1. Introspección: dedicar un tiempo a conocernos a nosotros mismos cada día. Media hora para el conocimiento y la reflexión de nuestra personalidad y carácter. Dos o tres preguntas diarias que nos inviten a la reflexión sobre nuestro estado de ánimo y conciencia. Una buena forma de llevarlo a cabo podría ser escribiendo un diario de preguntas sobre nosotros mismos y así comprobar la evolución de nuestra propia conciencia.

2. Meditar: la meditación es una práctica para trabajar nuestra mente y poder ser más conscientes para buscar mejores equilibrios. La relajación a través de la respiración resulta fundamental en este entrenamiento mental, favorece la calma, el control mental, y con ello una sensación de bienestar psicológico.

3. Un acto de bondad: debemos actuar a diario para potenciar nuestra calidad humana. Actos de generosidad, honradez, cariño, dulzura, ayuda, etc. Debemos hacer cada día varios actos para no solo sentirnos bien con nosotros mismos sino para hacer sentir bien a los demás y esto hará que nuestra conciencia y estado de ánimo se bloqueen menos. Podríamos usar nuestro diario de preguntas para acabar apuntando las buenas acciones que llevamos a cabo.

Con solo una hora de entrenamiento mental diario podemos conseguir mucho para nosotros mismos y nuestro alrededor, calidad de vida no por el positivismo asociado, sino por la comprensión, aceptación y mejor adaptación de nuestras emociones y las de los demás.

Podéis encontrar más ideas en mi página de Facebook: Alba A. López Pérez - Sports Psychology.