Hay dos virus ahí fuera: el Covid- 19 y el virus del hambre. ¿Cómo defenderse de ambos sin contagiarse de alguno de los dos? Seguimos contando contagiados sin que las cuentas sean las reales, ya que muchos sintomáticos, y muchos más asintomáticos todavía, no hemos sido testados por falta de test, seamos los octavos o luego -tras ser denunciada la información- seamos los decimoséptimos en testar de entre los países de la OCDE.

Desescalada

Seguimos decidiendo a oscuras, en parte, sin que aún todos los datos que condicionarían objetivamente la denominada desescalada y sus ya famosas fases estén en nuestro poder. Parte de esos datos serán los resultados de los análisis serológicos, que esta semana han empezado a hacerse en miles de hogares españoles, para determinar cuántos hemos sido visitados por el virus, hayamos tenido o no síntomas de su enfermedad. Aunque haya dudas razonables y razonadas de cómo es la inmunidad individual y de grupo y cuánto dura cuando se ha superado el contagio, como me expresan virólogos de referencia -mañana entrevistaré en la radio a otro más, a la prestigiosa Margarita del Val, actualmente en el CSIC-. Los especialistas en demoscopia y estadística médica podrán hacerse una radiografía interesante y necesaria con los resultados de esas pruebas, en todo caso.

Radiografía

Una radiografía que nos situará frente a nuestro espejo como dianas del bicho. Un virus que, cuidado, sigue ahí fuera como lo estaba antes del 12 de marzo, cuando se decidió que viviéramos confinados para evitar en lo posible los contactos físicos y así frenarlo. Aquí no se trata de saber de todo ni de querer inventarse los comportamientos adecuados en esta odiosa 'nueva normalidad' (odiosa porque nos está jodiendo la vida que teníamos y que ahora sabemos que debíamos haber valorado más, por un lado, y odiosa porque esa otra de las expresiones inventadas por y para el marketing político es odiosa). Se trata de informarse con seriedad, esquivando bulos, intoxicaciones y titulares cuyo subtexto no publicado los volvería inválidos como titulares. Y al hacerlo tomar las decisiones adecuadas, como adultos. Una población inmadura que necesita liderazgos para hacer lo que debe, liderazgos que quizá lideran poco o mal, no está defendida ni defiende a quienes más defensa necesitan.

OMS

Cuando el director general de la OMS dice que el coronavirus «es peor que un ataque terrorista» sabe lo que dice, por mucho que en estos meses todos los gobiernos y las instituciones terminen asumiendo una mayor o menor cuota de descrédito, incluido ese señor del bigotito de la OMS, tristemente. Es lo contrario de lo que debería estar ocurriendo en una 'guerra' como la que libramos. Pero, por ahora, el prestigio y la luz se les otorga a los sanitarios, em primer lugar, y a la UME, los cuerpos de seguridad del Estado y los trabajadores que mantienen en funcionamiento los servicios básicos y abastecidos los mercados. No se equivoca el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, el hombre del bigotito, cuando nos advertía esta semana de que este virus «nos puede traer turbulencias económicas, sociales y políticas» y que para vencerle, hasta que no tengamos testada y producida una vacuna para todos, lo que aún va a tardar como mínimo un año según la mayoría de los científicos consultados, «la elección debe ser unirnos en contra de este virus. Hay una cosa que no hemos hecho: rendirnos. Y no nos rendiremos. La elección debe ser solidaridad global y mantener la unidad, frente a este virus».

Virus

Pero si el virus sigue ahí fuera, si no tenemos aún datos que nos hagan decidir cómo y cuándo recuperar nuestra libertad y nuestra economía, ¿por qué nos desconfinamos ya? Porque el virus del hambre se incuba más con cada día que permanecemos en casa. Los políticos lo saben. Se les puede criticar lo que se quiera. En las democracias les hemos puesto nosotros ahí, además. Pero nos parezcan mejores o peores unos u otros, lo son, para ninguno es fácil soportar desde su toma de decisiones la presión de ambas espadas sobre nuestras cabezas. Una vez superado el pico de contagios y salvados nuestros hospitales, que no salvadas las 25.000 personas que han muerto testadas en sólo algo más de un mes por coronavirus en España, tenemos que librar ahora la batalla a los dos virus, el Covid y el de la recesión y el paro y el desgarro social, en la calle.

Salvavidas

Para combatirlos debemos salir armados de sentido común, habiendo adquirido previamente la información veraz sobre la situación como el mejor escudo. Y con el sentido de la responsabilidad absolutamente afilado, pensando en nosotros y en los nuestros cada vez que salgamos ahí fuera, pero, sobre todo, pensando en los demás. Sólo cada uno de nosotros podemos ser su salvavidas. Lavándonos las manos, manteniendo la distancia física, poniéndonos la mascarilla... Porque hoy es sábado.