Cuando hablo de Oz no me estoy refiriendo a la serie carcelaria de HBO de finales de los 90, ni al diminutivo de la serie de Netflix Ozark, ni mucho menos a la conocida marca de llantas para coches. Estoy hablando de un reino mágico al que un tornado llevó a una niña de Kansas. El mago de Oz es una película de culto pero en 1939, cuando fue estrenada se presentó como una película infantil protagonizada por Judy Garland basada en un cuento de L. Frank Baum. A pesar de las buenas críticas la película fue un fracaso en taquilla y la hasta entonces producción más cara de la MGM perdió mucho dinero. Sus nominaciones a los Oscar y sus reestrenos a partir de 1949, unido a su estreno en televisión en 1956 en la CBS, la convirtieron en lo que es hoy: una referencia del mundo del cine.

Dentro de 12 días la ACB impulsada por «el tornado» de la pandemia del coronavirus entra en su particular reino mágico de Oz. Una fase final sin público, que seguro que tampoco la harán rentable, como este formato si lo es y mucho en la Copa, y con una proyección de futuro innegable. L'Alqueria del Basket en Valencia acoge una competición de la que hablaremos durante muchos años y que si sale bien, y yo creo que será así, puede convertirse en un formato muy interesante para nuevas competiciones o para ampliar alguna de las existentes. ¿Se podría jugar una Supercopa en verano con este formato? Ahí lo dejo.

La competición es imprevisible como todas las que se disputan con este formato y además se suma la incógnita del parón forzado por el confinamiento y los cambios en las plantillas. Unicaja, aparte de la importante baja médica de Jaime Fernández, está al completo, pero otros como el Zaragoza, la revelación de la temporada, está en cuadro. Más allá del tema físico del que tanto se habla. ¿Cómo afectará el aspecto mental a los jugadores? Es complicado de decir. Más allá de las circunstancias excepcionales hay jugadores a los que el público les hace crecer en su rendimiento y otros que se vienen abajo. Son los jugadores más blandos que pueden tener su oportunidad para brillar. Phil Jackson llamaba a Sasha Vujacic «el tirador de las 11 en punto» porque entrenando por la mañanas en el pabellón de El Segundo las metía todas y luego por la noche en los partidos de los Lakers no metía una. Estos jugadores pueden tener su oportunidad de hacer un gran torneo. Manolo Rubia daba hace un par de días otra de las claves: «Será como una liga de verano de la NBA», es decir, pabellón pequeño, muchos ojeadores y nada de público. Los jugadores que viven esta experiencia verano tras verano también tendrán una pequeña ventaja.

En el aspecto puramente competitivo Unicaja no ha tenido suerte. En su grupo están dos equipos de Euroliga: Barcelona y Baskonia; su bestia negra de los últimos años, Iberostar Tenerife; y dos equipos de rachas que ya saben lo que es ganar a los malagueños este año: Joventut y Bilbao Basket. Cinco partidos en 10 días de los que habrá que ganar cuatro, con suerte tres, para estar en las semifinales a un partido del 28 de junio. ¿Es atractivo? Mucho. ¿Es difícil? Aún más. Pero también es cierto que para el equipo malagueño se abren unas opciones de levantar un título que con el formato clásico era prácticamente imposible. Suerte y mucha salud para todos.