John no había cumplido aún los 40 años y tenía previsto celebrarlo por todo lo alto si sus planes salían bien. Y tenían que salir, pensó mientras abandonaba Mijas para hacer unas compras. Regresaría al mediodía a la urbanización para almorzar cerca con una chica que había conocido la noche anterior y que se quedó prendada de él. Pero le duraría poco, resultaba inevitable, las dejaba a todas después de unos días de haberlas conocido. La vida que llevaba no era para dos, quizá un día... no estaba seguro. Había dejado atrás el Lidl y casi alcanzaba Muebles Benítez con su Mercedes. Se sentía muy cómodo al volante, aunque debía lavar el coche porque cogía mucho polvo.

A distancia, pero sin perderlo de vista, un automóvil con dos hombres lo seguía con una discreción profesional. Eran del Reino Unido y trabajaban para una importante organización de tráfico de drogas. Este encargo no era uno más, por eso tenían que acertar con el momento preciso en el que acabar con su presa, miembro de un grupo rival. El vehículo en el que iban era el mismo que habían alquilado tras bajarse del avión.

Eran tipos experimentados y, por eso, no se confiaban. Si Peter descubría el seguimiento, probablemente le perderían por un tiempo. Quien iba al volante sabía que no hay un lugar en la tierra lo bastante seguro para esconderse toda la vida. Por eso le contrataban a él. Eso de que el enigma es nuestra ignorancia no le iba. Su compañero, del distrito de Aldgate, del East End londinense, le habló -entre ellos siempre se dirigían la palabra en un inglés cockney- para decirle que su próxima víctima era como un lobo y que, probablemente, vendería caro su pellejo.

John había aparcado el coche, ellos también. Su objetivo se bajó y entró en la que parecía una tienda de electrodomésticos y al poco salió cargado con una gran caja, lástima que estuvieran a unos doscientos metros, no les daba tiempo de proyectarse ya allí. John arrancó de nuevo, dio la vuelta y deshizo el camino. Ellos se quedaron donde estaban pero mirando en otra dirección y dejando que les superara. El coche estaba en marcha para seguirle de nuevo.

Parecía que John regresaba a casa, a la urbanización. Prepárate, en cuanto salga del coche lo hacemos, mientras ralentizaba su BMW de segunda mano. Y John aparcó y salió del coche y abrió el capó para coger el bulto que poco antes había comprado y que no podría disfrutar. En ese momento, sus cazadores aceleraron y el copiloto se bajó y le descerrajó tres tiros, con silenciador, uno en la cabeza. Subió al coche y se perdieron por aquella extensa y laberíntica urbanización. Era un mediodía radiante de finales de diciembre del pasado año.

La chica con la que había quedado John se sentó unos minutos antes en la terraza de un bar a unos dos kilómetros del lugar del crimen. Ahora se daba cuenta de que se había vestido más para la noche que para un almuerzo, y todo por gustarle a su chico, que le parecía salido de una película. Cuando regresó el camarero con una caña y aceitunas se levantó una tormenta de sirenas que ululaban por todas partes. Eran Patrol de la Guardia Civil que desde varias direcciones acudían a aquella urbanización cercana después de que un jardinero les avisara de que un hombre yacía en un charco de sangre junto al maletero de su vehículo.

Meses después, dos hombres relacionados con el caso eran detenidos, uno en Leeds y otro en Alicante, llegado éste a España hacía escasas semanas y en pleno estado de alarma. Un capitán de la Guardia Civil, que había llevado las investigaciones al mando de sus hombres y con la colaboración de la Comandancia levantina y la policía de Leeds, comentó, tras conocer las detenciones, que la víctima era un viejo lobo pese a su edad. El año anterior había sido de mucho trabajo, otros tipos en parecidas circunstancias habían sido asesinados en una esplendorosa Costa del Sol que ahora se desperezaba después de demasiado tiempo encerrada en sí misma. El pulso del verano se aceleraba. José Ángel Valente escribió:

Hoy he amanecidocomo siempre, perocon un cuchilloen el pecho. Ignoroquién ha sido,y también los posiblesmóviles del delito.Estoy aquítendidoy pesa vertical el frío.La noticia se divulgacon relativo sigilo.