La idiotez es una peste muy democrática

Antes de empezar, quisiera matizar que una cosa es el pensamiento, y otra el pensador. Bien, ser peluquero no le libra a uno de decir idioteces. Ser camionero en paro no le libra a uno de decir idioteces. Ser gamusinero, a la vez que contador de nubes profesional, tampoco le libran a uno de decir idioteces. Entonces, ¿qué le libra a uno de decir idioteces?: saber matemáticas. Decía Albert Einstein: «Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad; el mundo solo tendrá una generación de idiotas». No seré yo quien lo contradiga, pero, yo me hago la siguiente pregunta: «¿Desde qué punto dijo esto mi amigo Albert, eh, eh? Porque me parece una idiotez pensar que ser doctor en algo le libra a uno de decir o cometer en alguna ocasión una idiotez como todo hijo de vecino ¡a ver! Es más, yo creo que la propia idea es una idiotez en sí misma, porque ahí está la historia para corroborarlo. Está claro que las matemáticas o cualquier materia científica no vacunan contra esta peste. De lo que sí te libra es de que los demás no te coloquen en esa fila y eso me parece una idiotez. En fin, doctores, catedráticos, sabios, intelectuales, y demás gente del mal vivir: sabed que yo os he descargado de ese peso de encima. Ya podéis quitaros la careta y bracear con soltura.

Venancio Rodríguez SanzMálaga