Pablo Casado se la juega en Galicia. Si Feijóo,0 la nueva marca del PP, gana por mayoría, que vaya preparando la maleta. Casado no tiene más discurso que la confrontación, aunque puntualmente, haya firmado acuerdos con el Gobierno, caso del plan sanitario. Casado es esclavo de Vox y lo sabe. A Casado le queda que Bruselas le niegue el pan y la sal al Gobierno y hacer de la economía su principal baza. Hay algo que debería hacer pensar a Casado, si es que puede: el Gobierno de Pedro Sánchez ha hecho del diálogo social su mejor arma. Sindicatos y empresarios, al más alto nivel, se han sentado, arrimando el hombro para sacar a este país de la indigencia, con políticas sociales de mucho calado, y las que están por venir. Casado, cada vez más solo. La foto de empresarios, sindicatos y Gobierno es demoledora para el PP, partido que se supone de Gobierno y de alternancia. La actitud tan negativa del PP tendrá sus costes. Y con Díaz Ayuso todavía diciendo majaderías. Crudo, muy crudo, lo tiene Casado. La foto de Colón pesa mucho en la historia de los desaciertos de Casado.

Hay otro personaje en la política que sigue asombrando por su pertinaz torpeza, caradura consumado, de nombre Puigdemont. El fugado político catalán está a un paso de crear un partido a su imagen y semejanza y con Torra como mamporrero en el interior. La derecha catalana, con los nietos políticos del corrupto Pujol en primera fila, están, también, en la línea de salida para dar vida y forma al Partido Nacionalista Catalán (PNC). La antigua Convergencia, corroída por la corrupción, se quiere reinventar. Mal lo tiene. El independentismo está a la baja y así seguirá. Queda la bandera archiconocida de ERC, pero perdiendo enteros a marzas forzadas. ERC, Rufián, se mueve en terreno de arenas movedizas y puede terminar ahogado por su propia incompetencia y desorientación sobre todo porque Pedro Sánchez, ahora más que nunca, no permitirá ser chantajeado. Y hay razones para ello. Veamos.

Ni los más acérrimos defensores del presidente Pedro Sánchez tenían confianza de que su Gobierno de coalición funcionara, diera respuesta positiva a la crisis del Covid-19, desarrollara y aprobara políticas sociales y fuera capaz de abrir el abanico para buscar alternativas a la de ser esclavo de los independentistas catalanes. Hay más: sus socios de Gobierno están por la labor de no tensionar más de la cuenta la cuerda y buscar puntos de equilibrio. La gran prueba, de todos modos, está por venir: gestionar y aprobar el presupuesto, con tres frentes abiertos: Uno, Bruselas que no permitirá alegrías, aunque se espera que la futura presidenta del Eurogrupo, Nadia Calviño, pueda hacer de vaselina. Segundo, su socio Podemos rebajará pretensiones inviables en estos momentos, aceptando tal y como estudian en los maitines de los lunes ambos partidos en La Moncloa que la legislatura tiene por delante tres años más y ya habrá tiempo para cumplir los acuerdos de Gobierno. Pablo Iglesias y Pedro Sánchez han hecho del pragmatismo su mejor hoja de ruta. Y de ahí no se saldrán aunque por el camino surjan pequeños roces más bien pensando en la militancia, sobre todo en Podemos aunque Iglesias ha conseguido domeñar el partido, incluso en Andalucía donde Teresa Rodríguez, la líder anticapitalista rumia su derrota. Templar gaitas es lo previsto. En tercer lugar, búsqueda de socios para favorecer la aprobación del Presupuesto para 2021. No podrá contar con el PP de Pablo Casado pese a sensatas voces dentro del Partido Popular que apuestan por acuerdos. Casado no se apeará del burro. Si la pandemia no ha servido para descabalgar al Gobierno, notablemente fortalecido, con Sánchez crecido, buscará en la crisis económica en la que ya estamos instalados y la por venir su mejor arma para seguir con su machacona idea de provocar su caída y convocatoria de elecciones. Es su objetivo. Sucede, sin embargo, que Pedro Sánchez ha encontrado en el PNV y en Ciudadanos, el de Arrimadas, un balón de oxígeno nada desdeñable y ello tiene a Casado y al PP de los nervios, al borde de la histeria, con argumentos muy pobres (por favor, repasar el parvulario del PP que cada semana llega a sus dirigentes), con anunciadas intervenciones de Casado (repasar campaña electoral de Galicia), de tomo áspero, duro e insultos por doquier, refrendado por lamentables intervenciones de Cayetana Álvarez de Toledo y de Teodoro García Egea. La estrategia del PP, una de cal y otra de arena, parece ahora abocada al fracaso y con Casado en la cuerda floja si Feijóo se alza con una cuarta mayoría. Feijóo no dejará pasar un segundo tren y dará el paso para refundar el PP, alejándolo de posiciones cada vez más cercanas Vox.

Y hablando de Vox, habrá que señalarlo como el partido montaraz y ultramontano, con destacado miembros dirigente sumados en la corrupción, en el engaño, la mentira, la trápala. Y de ellos, el máximo sinvergüenza, el exjuez Serrano al que la fiscalía le acusa de llevarse del ala nada menos que dos millones y medio de euros. El campeón de la ultraderecha neofascista lleno de mierda. La misma que soltaba por su boca cuando hablaba de feminazis y de tantas barbaridades que insultaban la inteligencia.