Me llamo Kautar* y tengo 22 años. Va a hacer tres que llegué a Málaga con mi madre enferma de cáncer. Nunca le había contado mi historia a nadie: Nací y me crié en Melilla, como mis tres hermanas, que ahora viven con mi padre en Nador (Marruecos). Vine para acompañar a mi madre en su operación y tratamiento. Al principio lo pasamos muy mal. Ella no asimilaba su enfermedad y estaba muy deprimida, para mí todo era nuevo aquí, no sabía nada... desde luego no tenía programado en mi cabeza seguir estudiando. En Melilla había terminado la ESO y en mi casa se habla castellano como si fuese nuestra lengua. Cuando pregunté por formaciones o trabajo, algunos me desanimaron diciéndome que tenía pocas posibilidades al tener el pasaporte marroquí y no contar con la tarjeta de residencia. Sin embargo, acudí a Málaga Acoge y me dijeron que me iban a apuntar al instituto Vicente Espinel y que, sí o sí, me sacaría el Bachillerato. Por entonces me sentía incapaz, pero me empujaron adelante y al final estoy supercontenta de haberlo terminado. También están felices mi madre, mis hermanas y mi padre, que siempre me está insistiendo en que tengo que aprovechar las oportunidades. Los primeros días en el instituto no fueron fáciles. Llevaba un año y medio con mi madre, los ocho primeros meses con tratamiento de quimioterapia, lejos de mi familia y no conocía a nadie. Sufrí ansiedad entre los estudios y las tareas de la casa que compartimos con mi tía, que también está enferma. Me mareaba, me ponía muy nerviosa y, a veces, hasta lloraba fuerte como si me hubiesen pegado. Pero las clases, Málaga Acoge, los profesores del instituto con su paciencia y apoyo: Rafael, Eugenia, Cristina... me han ayudado mucho. He finalizado el bachillerato y ahora quiero estudiar un grado superior de Integración Social. En estos años en España mi padre ha venido dos veces, pero no hemos visto a mis hermanas a las que echamos mucho de menos. Soy la mayor y a la más pequeña, de 6 años, la dejamos sólo con cuatro. Mi madre cada vez que piensa en ellas empieza a llorar. La situación en Marruecos no es fácil: Hay mucha pobreza y no hay trabajo. Aunque estudies, si no tienes un buen fondo económico no puedes llegar muchas veces a lo que quieres hacer. Por eso hay personas que vienen en patera y arriesgan su vida y mueren. En la zona donde yo vivo, en Nador, no están tan mal pero quieren una vida mejor. Hoy día mi madre se ha curado de su enfermedad y las revisiones son cada seis meses. Durante ocho la estuve acompañando cada lunes a sesiones de quimioterapia que la dejaban muy débil y dependiente. Ahora está más fuerte y se le ha quitado la depresión porque yo soy muy alocada, me paso con las bromas, y gracias a eso está bien. Ella hace la comida y yo limpio en la casa de mi tía donde tengo mi propio cuarto. En este momento apenas quedo con nadie porque tengo una gran responsabilidad conviviendo con dos personas tan delicadas de salud. Pronto cumpliremos tres años aquí y solicitaremos la residencia. Al comienzo estuvimos varios meses en una habitación frente al hospital Carlos Haya donde operaron a mi madre. Yo no pienso en hacer sólo un grado superior y ya está. Cuando lo termine y logre un trabajo, también me gustaría seguir estudiando. Además, quisiera hacer mis prácticas de grado en Málaga Acoge y, en un futuro, quién sabe, trabajar en la asociación que tanto me ha apoyado.

*Kautar es una joven que venimos apoyando desde las Áreas de Jóvenes y Social de Málaga Acoge