Por mera moral de grupo anteanoche me senté mirando a Casiopea, pero por más que aguzaba la vista no lograba ver las Perseidas, ni a Casiopea, aunque seguro que andaban por ahí. En el Cantábrico para ver Perseidas hay que encomendarse a San Martín, el santo patrono oficioso de la meteorología, pero tampoco ha funcionado. Como la luna, todavía en menguante, iluminaba un poco la imagen, pude distinguir unos nimbostratus del tipo "pannus" corriendo algo desmelenados. No es lo mismo, claro, pero ¿qué tienen las Perseidas, a fin de cuentas unas motitas efímeras y caprichosas (puro ego), que mejore un vigoroso nimbostratus?. Esa adoración hacia lo que cae del cielo, ignorando lo que corretea por casa, es puro esnobismo. Con esa convicción metí otra vez la silla en casa a las 12:00 p.m., espoleado además por un pequeño chaparrón, gentileza del dichoso nimbostratus cantabricus.