Que los veranos de la infancia y adolescencia nos parecieran interminables, y de mayores acaben apenas han llegado, algo tendrá que ver con la diferente duración de las vacaciones escolares y las laborales, pero sin duda hay más. Es habitual hablar de la aceleración de la edad, como le ocurre al agua que gira alrededor del desagüe, pero todavía habrá algo más. Quizás sea la percepción de que la estampa del verano se repite sin casi variación (incluso bajo la nueva anormalidad), y al superponer la de un año a las de los anteriores pasamos páginas sin prestar atención. Conviene evitar esa trivialización del tiempo y gozar la visión del enigma. Estos días, por ejemplo, empezarán a recorrer el Cantábrico, rumbo al gran Sur, los gigantescos alcatraces, y los días de temporal de poniente, cuando el viento racheado les hace volar cerca de la costa, tendremos delante su presencia enigmática.