Nueve universidades están interesadas en establecerse en Málaga. Nueve, oiga, nueve. Ansias de saber. Esto va a ser Salamanca con espetos. La ciudad de las mil tabernas y una decena de universidades. Mi vecino será doctor y mi amigo doctorando, mi compañero bioquímico y mi peluquero ingeniero. Más campus que ventanas. La ciudad del saber. Venga parcelas chollo, venga, y requetevenga, al rico suelo malagueño; toma Universidad Europea, toma Alfonso X, toma UCAM, a ver si no eres tan polémica, toma que toma CEU y Zeus y el de la moto. Y dale que te pego y más universitarios que ventanas aquí ya mismo. El cenachero, profesor, la estatua de Cánovas, catedrática y la de Larios la reconvertimos en docente de Industriales. Nueve universidades, nueve. Y con las que ya hay, Málaga la California del saber, la Silicon Valley del conocimiento, las olas cargadas de sabiduría y las biznagas plenas de filosofía. Papá cómprame un título. Niño, vente para Málaga y tráete el cartapacio que te colocas dando clase. Málaga, capital del estudiantado. Pongo un negocio de fotocopias. No hay tantos jóvenes en España como en la Málaga poliuniversitaria. Este afán del alcalde De la Torre por traer universidades privadas lo arreglaba yo si fuera rector de la (prestigiosa) UMA dándole un doctorado honoris causa o nombrándolo algo predilecto, doctorado honoris causa en Sociología o Ingeniería, ambas especialidades de nuestro regidor con vocación de rector. Ese alcalde que tanto luchó por traer la Universidad a Málaga en su día y que tanto lucha ahora por hacerle la competencia. El primer edil sueña con el birrete y la toga y el diplomón en la mano con toda la patulea cantándole el Gaudeamus. De momento está estudiando los suelos que cede. Titulados todos. Supermercado de títulos. Bienvenidas pero menos ínfulas. No se me arremolinen. Ciudad abierta y universal. Universitaria a lo loco. En grado sumo.