Opinión | Tribuna

Para la igualdad CCOO tiene un plan

La desigualdad laboral que sufrimos las mujeres es una forma de explotación contra la que CCOO llevamos décadas luchando

Imagen de una manifestación del 8M.

Imagen de una manifestación del 8M. / EFE

El 8 de marzo de 1875 cientos de mujeres trabajadoras de una fábrica de textiles de Nueva York marcharon por las calles contra los bajos salarios, la mitad de lo que cobraban los hombres. Casi un siglo y medio después las mujeres continuamos en la misma lucha por la equiparación salarial. En nuestro país las mujeres cobramos de media un 24% menos que los hombres. A esta realidad tenemos que añadir la conciliación familiar, que tiene rostro de mujer, la violencia de género, el acoso sexual, el acoso laboral por razones de sexo y un largo etcétera que impiden en la práctica una igualdad plena.

La desigualdad laboral que sufrimos las mujeres en el mercado de trabajo, es una forma de explotación contra la que CCOO llevamos décadas luchando. La Constitución Española de 1978 y el Estatuto de los Trabajadores de 1980 sentaron las bases para la igualdad real y efectiva en el ámbito laboral. En el 2007, la Ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres reiteraba los mismos objetivos y articulaba medidas para avanzar en igualdad. Sin embargo, la realidad nos muestra que la desigualdad continúa y se ha visto acrecentada por la pandemia. La cruda realidad nos muestra una pobreza cada vez más feminizada. La brecha laboral determina la brecha salarial, las mujeres sufrimos peores condiciones laborales y tenemos salarios más bajos. Nos insertamos en el mercado laboral con tasas de actividad casi idénticas a los hombres, en grupos de edad entre 25-29 años, pero a medida que avanzamos en el desarrollo de la vida laboral la tasa de actividad de las mujeres con respecto a los hombres va disminuyendo significativamente.

El 75% de las personas asalariadas que trabajan a tiempo parcial son mujeres y las razones que argumentan para trabajar a jornadas parciales son en un alto porcentaje el cuidado de menores u otras personas del ámbito familiar. Las mujeres nos seguimos quedando en casa para cuidar, lo que nos penaliza en aspectos laborales como son la permanencia y antigüedad en las empresas. A esto hemos de sumarle la escasa presencia de mujeres en puestos de responsabilidad y que la mayor parte del empleo femenino se concentra en el sector servicios, donde los salarios medios son más bajos. El resultado es la discriminación laboral femenina que nos lastra desde hace años, y que son elementos definitivos para perpetuar la insalvable brecha laboral.

A partir del Real Decreto 901/2020, de planes de igualdad, se nos abre una nueva puerta para trabajar en la erradicación de estas diferencias laborales y salariales. En CCOO creemos firmemente que la inclusión en la negociación colectiva de cláusulas de acción positiva a favor de las mujeres en las materias de contratación, promoción, formación y corresponsabilidad así como una correcta implantación de los planes de igualdad, ayudarán a erradicar la precariedad del colectivo femenino. En las empresas tienen que negociarse, aplicarse y evaluarse planes adecuados y eficaces. Es más necesaria que nunca la negociación para la igualdad, rigurosa, amplia y profunda, que nos permita afrontar la realidad laboral con perspectiva de género. Medidas como la Reforma Laboral y la subida del salario mínimo van dando sus frutos. La reducción de temporalidad y la subida de sueldos mejoran sustancialmente el encaje de la mujer en el mercado laboral.

Sin embargo, aún queda un amplio camino por recorrer. Es urgente y prioritario actuar sobre la feminización de las jornadas parciales y de la contratación a tiempo parcial. Otros aspectos como la escasa presencia femenina en puestos de dirección o la equiparación salarial, «mismo trabajo igual salario» no pueden quedar como meros elementos testimoniales. Hay que luchar decididamente, y con propuestas efectivas y conseguibles contra el desigual, equilibrar las responsabilidades familiares, la valoración justa del trabajo de cuidados, que en su inmensa mayoría está feminizado.

Mejorar las situaciones de discriminación en el ámbito laboral es tarea de toda la sociedad, por ello habrá que poner la vida y no la productividad en el centro de nuestras prioridades, por eso el 8 de marzo ahora más que nunca hombres y mujeres tenemos que salir a la calle para alzar nuestras voces por la igualdad. Nos vemos en las calles, porque la unión nos hace imparables.

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