Opinión | TRIBUNA

La falsa perversión de la Reforma Laboral

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la ministra de Economía Nadia Calviño; y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, tras la votación de la reforma laboral.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la ministra de Economía Nadia Calviño; y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, tras la votación de la reforma laboral. / Alejandro Martínez Vélez - Europa Press

El 30 de marzo de 2022 han entrado en vigor las modificaciones en el Estatuto de los Trabajadores que fueron aprobadas en la Reforma Laboral del 30 de diciembre del 2021. Esta Reforma trae consigo un cambio profundo en las relaciones contractuales, en el equilibrio de la negociación colectiva y en la flexibilidad interna de las empresas.

Después de muchos ‘dime y diretes’ sobre la conveniencia de derogación o modificación de la norma del 2012, la Reforma Laboral aborda los problemas del mercado de trabajo y sus causas subyacentes, Además establece de forma profunda un diagnóstico de los problemas estructurales de nuestro mercado laboral.

Esta Reforma Laboral como si se tratara de un embarazo, se ha alumbrado después de nueve meses de intensas negociaciones tripartitas, Gobierno, patronal y sindicatos de clase con representación mayoritaria como define el Art.7 de nuestra Constitución. Cumple por un lado con lo prometido a Europa: alcanzar un acuerdo a tres bandas para impulsar medidas contra la temporalidad y la precariedad, los grandes males de nuestro mercado laboral que era el eje vertebrador de la anterior reforma. Y por otro lado, además de cumplir el requisito solicitado por Bruselas, nos abren las puertas del segundo tramo de los fondos Next Generation (12.000 millones de euros para la recuperación económica tras la pandemia).

La reforma es un acuerdo histórico a tres bandas y como en toda negociación todas las partes cedieron. El Gobierno quería cumplir con Europa y con los votantes, los agentes sociales volver a equilibrar y mejorar las perniciosas relaciones laborales instauradas en nuestro país, la patronal necesitaba los fondos y firmó más por la necesidad de no quedarse fuera de la negociación y del dinero, que por convicción.

El calado de la reforma es profundo, plantea medidas concretas que van al corazón de nuestros problemas estructurales del mercado laboral, por ello precisa que se acompañe de un cambio de mentalidad, que exige una patronal comprometida del buen hacer en relaciones laborales. En nuestro país, una parte de la patronal es seria, quiere la excelencia de sus empresas y sabe que el principal activo de cualquier empresa son los recursos humanos. Las personas trabajadoras satisfechas son más productivas, así lo han demostrado los estudios realizados en países nórdicos. Sin embargo, desde hace décadas se instauró en esta «España nuestra» esa cultura tan perniciosa del pelotazo «quiero el máximo beneficio con poca inversión y en poco tiempo». Nuestra economía y tejido productivo se han basado en la expoliación de recursos sin previsión de futuro. Una gran parte de nuestra patronal se aficionó a externalizar los costos y socializar las pérdidas. Esto quiere decir por ejemplo: tengo personas trabajadoras que trabajan exclusivamente para una empresa, como falso autónomo y se ve obligado a pagar sus cotizaciones sociales. Con este ‘modus operandi’, la empresa hace recaer en las personas trabajadoras cualquier riesgo y las utiliza sin comprometerse, dejando a su cargo cotizaciones sociales, enfermedad, etc. Pero sin embargo, cuando la empresa sufre pérdidas, sí pide que los gobiernos intervengan solicitando ayudas para poder subsistir.

Esta realidad de pensamiento en algunos sectores empresariales, mantenida y reforzada por la salvaje Reforma Laboral del 2012, supuso el traje a medida para la parte empresarial a la que empoderaba frente a las personas trabajadoras que sufrían la mayor pérdida de derechos de toda la historia. La reforma de Rajoy perpetuó un mercado laboral basado en el abuso de la contratación temporal, en el bloqueo de la negociación colectiva, valiéndose de los convenios de empresa para rebajar salarios y degradar condiciones de trabajo. Una situación tan beneficiosa para una de las partes ha calado hasta lo más profundo del alma de las personas trabajadoras; de tanto agradecer tener un trabajo que pudiera rozar la semiesclavitud se nos ha olvidado que teníamos derechos laborales y sindicatos de clase que estaban para defendernos. Esta circunstancia creó un miedo infundado a consultar al sindicato para el asesoramiento por temor al despido.

Asistimos en estos días a evidentes muestras de esta patronal precaria que alentada por ciertos políticos, también precarios, desprecian todo lo que huela a derecho laboral y proclaman ‘a los cuatro vientos’ los supuestos perjuicios a su actividad empresarial de esta reforma que les impide hacer los contratos como les gusta, algunos ven bien trabajar 16 horas al día. Aunque esta norma pueda necesitar los necesarios ajustes a las distintas casuísticas de nuestro mercado, hay una cosa que deja clara, la relación contractual a priori es indefinida, como evidencia decir que en marzo del 2021 se hicieron en Málaga 6.484 contratos indefinidos, mientras que en marzo del 2022 han aumentado hasta los 19.457 contratos indefinidos. Esto es una muestra del abuso de fraude de ley en la contratación que se ha venido realizando durante décadas.

En Europa, tanta temporalidad y precariedad en salarios y condiciones de trabajo es inaceptable, de ahí el tirón de orejas que han dado a España para que se haga un cambio en la contratación y evitar la picaresca tan utilizada en nuestro país. Estamos ante una oportunidad de oro en nuestra sociedad para avanzar hacia unas relaciones laborales equilibradas y justas, donde todas las partes ganen. Para ello hace falta mucha pedagogía que consiga ese cambio cultural en ese sector de parte de la patronal pervertido, así como que la clase trabajadora recupere la ilusión por defender sus derechos, tenemos la próxima fecha donde mostrar el músculo de la parte social, donde las personas trabajadoras podemos reivindicar más justicia laboral: el 1 de Mayo… Nos vemos en las calles.

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