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Este lunes, vuelta al cole en Málaga.

Bofetadas a la Enseñanza Pública

Se inicia el curso escolar y la incertidumbre es el principal calificativo que se podría utilizar para definir esta incierta e indignante situación. Lo peor de todo es que el cúmulo de problemas que se están generando recae básicamente en el profesorado y en concreto en el equipo directivo de los centros. Es necesario que la opinión pública entienda lo que ocurre año tras año —esto ya es un clásico—, pero este curso se ha agudizado sobremanera. Los jefes y jefas de estudios no pueden pegar ojo.

Delegación, Consejería y Ministerio, en este orden, son los responsables: no nos confundamos.

Los equipos directivos están haciendo encajes de bolillos para realizar la cuadratura del círculo, para dar forma a algo amorfo porque no sabemos, ni responden, a algo tan fundamental como el número de grupos asignados, no tanto para que los profesores-as empiecen a trabajar con sus programaciones como para que los equipos directivos gestionen sus recursos y compongan su claustro: muchos profesores podrán ser desplazados o intercambiados como si fueran cromos.

Algunos centros de compensatoria, como el de un servidor, que se supone que debería tener cierta prioridad a la hora de distribuir grupos, cupos y ratios, sigue estando in albis. No sabemos cuántos bachilleratos y grupos de la ESO vamos a tener, por lo que la composición de nuestros horarios sigue estando tan lejana y sola como Córdoba –Lorca dixit-. Y el curso oficialmente se inicia el día 15 de septiembre. Las inspecciones son presionadas por los escalafones superiores para que se empiece con normalidad. Esto es pedirle peras al olmo.

Los cursos de primero de la ESO rebosan los treinta y tantos, no se pueden realizar desdobles de momento en las materias troncales; otros niveles se concentran en un número elevadísimo y por falta de una o dos matrículas no pueden escindirse y formar nuevos grupos menos numerosos. La cantidad de alumnos a muchos no nos preocupa sino la indisciplina que se genera cuando existe una sobrecarga. Ser de compensatoria puede convertirse en un problema añadido para padres, alumnos y profesores, pues el alumnado con ciertas dificultades no puede ser correctamente atendido dentro del aula. Por otro lado, las directrices educativas cambian con la LOMLOE, creo que ahora se nombra así, ni yo mismo estoy seguro, pues esto cambia más que un camaleón en una piscina de bolas –Buenafuente dixit- de colores – añado-, total para nada, bueno sí sirve para algo: para desconcertar, perder el tiempo y marear la perdiz, puesto que no sabremos cuándo volverá a cambiar. Hace tiempo hablaba en uno de mis artículos sobre la urgencia de un Pacto de Estado para la situación educativa española: a la cola de la calidad europea.

Además, las programaciones hay que alterarlas/revisarlas en los cursos impares de ESO y Bachillerato (1º y 3º): consiste en cambiar términos y nomenclaturas. Más pérdida de tiempo. El término estrella es “saberes”, que es similar a los contenidos, y que tan solo una mente iluminada sabrá distinguir. Se mantienen, eso creo, los estándares y obviamente las competencias. Siguen estando en blanco los avances en el tema de los deberes del alumnado, esto es, al menos, disciplina, trabajo, respeto, atención y saber estar: lo básico de lo básico.

Muchos ministros y ministras de cualquier color político, ultradefensores de la enseñanza pública, optan por conducir a su prole a la privada porque son conscientes del caos que ellos mismos están creando legislatura tras legislatura.

Y los profesores aquí seguimos, aguantando el chaparrón y las bofetadas desde diestro y siniestro.

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