Viento fresco

Pequeños personajes

A ver si con tanto ajetreo nos vamos a perder algunas aventuras del gran Nicolás

El abogado Eduardo Posadas Martínez; Francisco Nicolás Gómez Iglesias, y su abogado Juan Carlos Navarro, a su llegada a un juicio en la Audiencia Provincial de Madrid.

El abogado Eduardo Posadas Martínez; Francisco Nicolás Gómez Iglesias, y su abogado Juan Carlos Navarro, a su llegada a un juicio en la Audiencia Provincial de Madrid. / EP

Jose María de Loma

Jose María de Loma

Verás tú que con tanto ajetreo nos vamos a olvidar del pequeño Nicolás, que vuelve a zascandilear por los juzgados desenredándose de las cuitas que tiene pendientes con la Justicia. La Justicia no es tan rápida como la prensa del corazón, que ya lo había olvidado. De la portada de las revistas ha pasado a las fachadas de los juzgados. De sernos simpático ha pasado a dar cierta pena. Nicolás, pequeño empresario del chanchullo, está acusado de ser el presunto capo de una bandita que accedía a información policial para después usarla, lucrarse, venderla, todo presunta y cutremente. Le piden ocho o nueve años. Nicolás ya no es tan pequeño y su físico va delatando quizás una afición al turrón, los milhojas o el embutido. O un abandono de la sana costumbre de correr por las mañanas aunque nadie te persiga.

El pequeño Nicolás quería ser famoso y nosotros siempre necesitamos personajes que llevarnos a la columna, al mando a distancia o al baño, que es el lugar a veces preferido por cierta gente para hojear y ojear determinadas publicaciones.

-¿Usted cómo lo sabe?

En todos los países hay pequeños nicolases o nicolasitos, me dijo una vez un amigo danés. A este amigo, que mide dos metros, le hago a veces la broma de decirle que es un gran danés. Es entonces cuando me ladra. No sabemos cómo terminará el pequeño Nicolás, si bien hay ya bastante experiencia en la historia de la humanidad para saber a ciencia cierta cómo termina cualquier persona. Dios lo guarde muchos años. No en la cárcel, no le deseamos mal a nadie. Pero sí lejos de tentaciones. Y de los juzgados, aunque no será poca la población que prefiera que se haga justicia.

Nicolás atiende pacientemente a los reporteros que lo persiguen por la calle, consciente de lo efímero de la gloria, que con tanto ahínco ha buscado. A veces escribo solo para poder emplear la palabra ahínco, que es de rima fácil, de hache complicada y de incierto significado. Ahínco. Te descuidas y sales en Tele 5.

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