Reuniones

Diciembre es, sobre todo, un mes de reuniones. Personas que no se han visto durante todo el año o incluso durante más tiempo, encuentran ahora la oportunidad de verse; en una cafetería por la tarde, en un bar o restaurante por la noche o en una de las muchas comidas o cenas célebres. Otros que se ven durante todo el año se visitan ahora en otros lugares o contextos diferentes; en las cenas de empresa, por ejemplo, donde los roles se confunden y la jerarquía se marca con el devenir -no siempre afortunado- de la noche o en la casa de la familia de la pareja o en la de la propia con el cónyuge, donde también hay un cambio de comportamiento y cada uno se acomoda con mayor o menor acierto al papel que le toca.

Entre tantas reuniones tan fuera de la rutina, tan lejos de lo acostumbrado, algunos encuentran el protagonismo que les falta durante todo el año y se desatan, otros pierden su función habitual y se restringen y al final nadie es nadie o ninguno es él mismo, y algunos encuentros se convierten en una de fiesta de desconocidos.

Pero por suerte siempre hay un lugar, una comida, una cena o una visita que nos devuelve y nos llena del sentido de reunirnos, será la mirada repleta y alegre de los niños o la sonrisa rejuvenecida de los familiares más mayores, que encuentran en estas fechas la recompensa de un duro calendario, será el hueco que dejó en la mesa y en el alma alguna pérdida irremplazable y el recuerdo que la envuelve entre todos los que ahora la echan en falta, será, otras veces, la novedad y la esperanza de encontrar por fin un sitio al que volver. Y así pasan los días, entre encuentros y desencuentros, en un diciembre en el que siempre sobra y falta gente.