La Libreta del Duque de Chantada

Sin distracciones

Pablo Pin, durante un tiempo muerto.

Pablo Pin, durante un tiempo muerto. / ACBPhoto

Mel Otero

Mel Otero

Akron, en Ohio, es una de las capitales del baloncesto, no en vano es la ciudad de Stephen Curry y LeBron James. Dos jugadores que desde muy jóvenes eran conscientes de que serían estrellas del baloncesto. Hoy, ambos han cambiado el juego para siempre. Curry por su forma de jugar y liderar en esos maravillosos Golden State Warriors que hemos disfrutado los últimos años. LeBron por su resistencia al paso del tiempo, su juego, su constancia, sus récords y por hacer temblar, para algunos derribar, el trono del Rey Jordan. La NBA ya no se entenderá sin contar con ellos. En el mismo estado de Ohio, a unos 300 kilómetros de distancia, en Dayton nacía Joe Thomasson. Un jugador que ha tenido que ganarse cada minuto de juego y cada paso de su carrera trabajando, sufriendo y creyendo.

Se formó en pequeñas instrucciones de high school y universidad, no entró en el draft y debió partir hacia Europa para ganarse la vida jugando en el Dinamo de Bucarest en Rumanía, el Gdansk y el Lublin de la liga polaca o el Hapoel Gilboa Galil de la liga israelí. Con 28 años aterrizó en España de la mano del Manresa y aprovechó su gran oportunidad para consagrarse como un jugador determinante en nuestra vieja Europa. Esa gran temporada 21-22 que Unicaja sufrió en la ACB y que tuvo una de sus noches más tristes con la eliminación en la BCL a manos de ese equipo del Bagés que comandaban Moneke y Thomasson. Joe que siempre había idolatrado a Kobe Bryant, curiosamente su apellido materno, veía la oportunidad de cumplir uno de sus dos sueños, jugar la Euroliga. El otro, la NBA, parece más inalcanzable.

Con 29 años llegaba al Zenit de San Petersburgo de Xavi Pascual, pero la invasión de Ucrania acabó con su sueño. Se presentó en la «Venecia del norte» acompañado de su prometida, LaDresha Player Spear, y sus tres hijos. El aterrizaje fue duro. Según cuenta Jonathan Abrams en el NY Times: «Todavía con el desfase horario fueron a un supermercado a comprar algunos artículos y al ir a pagar sus tarjetas no funcionaban. Las de su prometida tampoco. No sabían que Visa y Mastercard habían suspendido sus operaciones en Rusia por la guerra. Una mujer que estaba en la cola al ver que eran americanos les pagó la cuenta». Un buen sueldo, casa y coche incluido pero una situación muy difícil. Tuvo que eliminar su cuenta de Twitter por las críticas a su presencia en el país después de la encarcelación de la baloncestista Brittney Griner.

La política y la guerra debía alejarse de su vida cotidiana sobre todo como dice su agente David Carro porque «vienes de EEUU donde en lugares como Texas todo el mundo lleva un arma, donde ha habido tiroteos en las escuelas o supermercados». Para Thomasson lo peor era no jugar la Euroliga pero «que no juegue la Euroliga no quiere decir que no sea un jugador de Euroliga». A pesar de todo, su aventura solo duró unos meses y después de un breve paso por el Promitheas Patras acabó la temporada ayudando al Granada a mantenerse en la ACB. Y allí sigue este hombre tranquilo, amante de las ciudades pequeñas, que no se considera muy religioso pero que reza todos los días al levantase, al acostarse y antes de los partidos y que se ha convertido en el jugador más regular, junto a Lluis Costa del próximo rival cajista.

Los granadinos comenzaron muy mal, pero en los últimos 4 partidos enlazan 3 victorias y ya están fuera de la zona de descenso.

El sábado se abre la jornada en el Carpena con un «partido trampa». Las 9 victorias consecutivas en la ACB de los malagueños y los próximos partidos ante Murcia y Barcelona no deben distraer al equipo de Ibon Navarro de este partido. Pin ha conseguido que su equipo crezca mucho en torno a la aportación de Costa, Thomasson, Cheatham y Felicio. Quien tire de antecedentes de la temporada para pensar en un paseo en el Carpena se equivoca. Las distracciones ahora se pagan y una derrota complicaría mantener esa extraordinaria segunda plaza.

Los verdes deben demostrar una vez más esa gran versatilidad que les hacen un equipo imprevisible. Ese juego que los lleva a liderar estadísticas colectivas y pasar desapercibidos en las individuales. Ese fondo de armario que hace que 12 jugadores distintos hayan sido MVP de los últimos 14 partidos. Todos menos Mario Saint-Supery que sigue con su periodo de aprendizaje. Un partido para sumar la victoria nº 11 y viajar con menos presión a Murcia. Suerte…