El ojo crítico

La imagen de la dignidad

Fernando Ull Barbat

Fernando Ull Barbat

El mismo día que mi padre falleció víctima del Covid-19 un día de enero de 2021, Miguel Valor, que fue alcalde de Alicante durante un breve periodo en 2015, llamó al teléfono de mi padre. Yo contesté a aquella llamada. Tuve una breve conversación con Miguel Valor en la que recordamos el aprecio mutuo que se tenían y el respeto y la colaboración que habían mantenido en el día a día de la política alicantina durante los meses en que Valor fue alcalde pero también durante el tiempo en que fue concejal con Sonia Castedo como alcaldesa, un tiempo en el que mi padre, Miguel Ull Laita, fue concejal y portavoz del grupo municipal socialista del Ayuntamiento de Alicante.

Cuando me enteré del fallecimiento de Miguel Valor hace unos días, a la edad de 79 años, recordé una imagen de ellos dos juntos. En los días previos al acto de toma de posesión como alcalde, Valor llamó a mi padre para comentar con él cómo se iba a desarrollar. Estuvieron juntos en el salón Azul consistorial viendo los preparativos. Y recordé aquella imagen por su significado en el momento concreto en que se produjo y porque recordaba a otra época, cuando la política española alcanzó sus cotas más altas. En el año 2015 el Partido Popular de la Comunidad de Valenciana tocó fondo por los escándalos derivados con la corrupción y la financiación ilegal de este partido. Y Alicante no fue una excepción. Los mandatos de Luis Díaz Alperi y de Sonia Castedo estuvieron envueltos en la polémica casi a diario que terminaron en instancias judiciales. Castedo fue absuelta de toda culpa. Pero el ambiente quedó muy enrarecido.

El nombramiento de Miguel Valor trajo a la política alicantina y al Partido Popular de Alicante la necesaria tranquilidad para que los populares pudiesen celebrar elecciones municipales con un mínimo orden. Con su forma de ser Valor cambió de manera completa la dinámica del ayuntamiento. La crispación dejó paso a la concordia y a la amabilidad en el trato personal. Los constructores dejaron de pasearse por los pasillos del ayuntamiento y la burocracia y el trabajo diario sustituyeron a las noticias en los telediarios haciéndose eco de las conversaciones de cierto constructor alicantino con los poderes fácticos de aquellos años. La dirección del PP no tuvo en cuenta ni la experiencia de Valor, ni su capacidad de diálogo y de trabajo demostrado en sus largos años de trabajo y gestión en el ámbito de la Cultura (yo siempre la escribo con mayúsculas), eligiendo a otra persona para ser cabeza de lista en las elecciones municipales que se celebraron en mayo de 2015.

Por otro lado, Miguel Ull, mi padre, era, como he dicho, portavoz del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Alicante. Su nombramiento fue consecuencia de la determinación por parte de la ejecutiva local socialista de Alicante de dar un impulso definitivo a una candidatura de izquierdas, fuerte y responsable, que dejase atrás la improvisación y la falta de rigor en el ejercicio de la oposición. Mi padre estaba jubilado de su profesión de médico. Era concejal pero no cobraba. Además cuando fue elegido portavoz rechazó el sueldo inherente. Yo vi a mi padre trabajar, con más de 70 años, 10 horas diarias de lunes a sábado en aspectos relacionados con su función de concejal, de portavoz y preparando la candidatura en las inminentes elecciones municipales. Se relevó a la anterior portavoz (un gran fracaso) y a los asesores. La consecuencia fue la esperada. Los relevados se dedicaron a insultar, a acusar falsamente de cometer delitos e iniciaron una miserable campaña en las redes sociales contra mi padre y otros responsables del partido. Algunos periodistas reían las gracias de los concejales y ex asesores que trataban de burlarse de su edad y de su formación como médico. El mundo al revés. Ser doctor en Medicina era objeto de patéticas risitas. Ser una ignorante se premiaba. Se montó la falsa polémica, alentada por concejales incompetentes destituidos de sus cargos y periodistas mal informados, sobre el hecho de que mi padre cobrara dietas por asistir como consejero a las reuniones de la empresa pública Aguas Municipalizadas de Alicante. Es decir, no sólo trabajaba como portavoz sin sueldo sino que además tenía que pagarse la gasolina para ir a las reuniones de Aguas Municipalizadas.

Por tanto, aquella mañana en que Miguel Valor y Miguel Ull caminaban por el salón Azul del Ayuntamiento de Alicante, días antes de la investidura de Valor, ambos con alrededor de 70 años, un tiempo nuevo se instalaba en aquel salón. Valor iba a romper con los escándalos de corrupción del Partido Popular gracias, además, a la labor de oposición que había desarrollado Ull como portavoz. Aunque en realidad se regresaba a los mejores años de la política española, los de la Transición, cuando la UCD, a la que pertenecía Miguel Valor, y el PSOE, consiguieron que la democracia regresase a España tras el golpe de Estado de 1936 a pesar de los esfuerzos de reputados franquistas, como Manuel Fraga, de perpetuar el régimen dictatorial.

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