La señal

El sol de medianoche

Vicente Almenara

Vicente Almenara

En fin, que Pepe Borrell quiera el Nobel de la Paz a costa de la guerra en Gaza, echándole una manita a Hamás y la otra al cuello de Israel, va de suyo, al fin y al cabo está acostumbrado a las guerras, como la que libró con Joaquín Almunia, secretario general del partido, allá por el 2000, lo que pasa es que tuvo que renunciar en favor de su contrincante, cosas de la vida, por las malas compañías -ahora tiene hasta otras peores- debido al escándalo de fraude fiscal de José María Huguet, un antiguo colaborador suyo, de cuando era secretario de Estado de Hacienda, y otro compi vino después, Ernesto de Aguiar, por el mismo caso, «Hacienda Catalana», y fue acusado y finalmente absuelto, todo hay que decirlo. ¡Qué tiempos aquellos, Pepe! Un poco antes, con Franco, trabajaste en un kibutz, ¿te acuerdas?, como voluntario, y allí conociste a tu primera esposa, Carolina Mayeur. Entonces eras un gran admirador del Estado judío, ahora te gustan otros, y si encima te pagan como te pagan y te endiosan pues ya me dirás. Sin duda, hoy es más lucrativa la causa palestina que la israelí, que se lo pregunten a Qatar. ¿Te ha aplaudido Yahya Sinwar, escondido en los túneles, cuando pediste que no se le vendieran armas a Israel? Ya sé que no puede, es una pregunta retórica, Pepe. En realidad, te buscas la vida como puedes, otros hacen igual, te dices. Fíjate, a algunos les ha ido muy mal, como Joaquín Leguina -presidente de la Comunidad de Madrid entre 1983 y 1995 y autor de una docena de novelas–, echado del partido de un puntapié, o el valiente de Nicolás Redondo Terreros, hasta Amelia Valcárcel -consejera de Estado casi veinte años-, o… Pero otros han ganado mucha pasta, mira Koldo, Tito Berni, Morodo, los de la FAFFE, los EREs… Pero in ictu oculi, en un abrir y cerrar de ojos, apareces en Bruselas, y ahora a tus 76 años, que cumples en abril, ¿no te parece toda tu vida un poco forzada? Aquí es otra cosa, más cutre que en Bruselas, que ya es decir. Solo tienes que ver como Óscar Puente critica a los competidores del AVE -Iryo y Ouigo- por bajar tanto los precios, y es que a tarifas más altas yo gano más, la buchaca contenta y que se joda la fachosfera de envidia.

Y, sin embargo, la jueza de la piñata del doctor en Ferraz dice que es lo natural que se pueda criticar a un dirigente político frente a su sede. Igualito que el fiscal general, que exige discreción sobre la causa de terrorismo de Puigdemont, que lo deje tranquilo la prensa, vamos; pues usted, como todos en este país, señor, debe trabajar en las mismas condiciones de libertad de todos los españoles, no en un estado de cosas particular.

Lo que pasa es que en todas partes cuecen habas, mira si no a Comisiones Obreras, que vulneró el derecho a la libertad sindical durante la constitución del comité interempresas de Airbus. Así lo recoge la Audiencia Nacional en una sentencia del 30 de enero. Y es que no repartimos como buenos camaradas. Cierto que podría haber sido peor si Ana Pontón -de la UPG, grupo marxista-leninista y terrorista en el pasado-, le hubiera ganado a Rueda, pero si hasta lleva a Pernando Barrena, vinculado ayer a ETA, a las europeas, y todo para no ser menos que otros amigos de Bildu. Ya lo decía Victor Hugo, con las bayonetas se puede hacer de todo, menos sentarse sobre ellas, claro y, sin embargo, es lo que hacen algunos. Pero también es verdad que una parte sana del pueblo español -pese a este sol de medianoche-, montada en tractores, está dando la batalla contra la dichosa Agenda, y ahí algunos se quitan de en medio, porque el PP también es agendista, que no se nos pase, y el doctor vuela a Marruecos, el Rey (Mohamed, no Felipe) le ha dicho que vaya y sus deseos son una orden para él. ¿Qué tendrá Mohamed que le atrae a sí? Luis de Góngora lo intentó:

Mariposa, no sólo no cobarde,

mas temeraria, fatalmente ciega,

lo que la llama al Fénix aun le niega,

quiere obstinada que a sus alas guarde,

pues en su daño arrepentida tarde,

del esplendor solicitada, llega

a lo que luce, y ambiciosa entrega

su mal vestida pluma a lo que arde.