Opinión | La Bodeguilla

A bordo del barco rebelde de Maíllo

Toni Valero y Antonio Maíllo, en una imagen de archivo.

Toni Valero y Antonio Maíllo, en una imagen de archivo. / Europa Press

La cúpula de Izquierda Unida en Málaga va a bordo del barco rebelde de Antonio Maíllo. La propia Toni Morillas no oculta su apoyo a la travesía crítica que está surcando los procelosos mares abiertos por la ministra Sira Rego, al postularse como ‘doble sucesora’ de Alberto Garzón con ínfulas de futurible coordinadora federal de IU. Por lo pronto, Maíllo ya es ‘precandidato’ formalmente y se muestra decidido a asumir responsabilidades para ser el artífice de un acuerdo amplio en IU. Encarna un pulso andaluz contra Rego por el que corre mucha cuota malagueña. De hecho, fue Amanda Meyer, con sus galones de portavoz estatal de IU, quien le dio el toque de atención a Rego y, a partir de ahí, se desencadenó todo. Se inició la guerra interna en la que IU Andalucía, que tiene como coordinador regional al diputado malagueño y pareja de Meyer Toni Valero, ha sacado músculo como ‘primera potencia’, al poseer un tercio de los casi 18.000 militantes de IU en todo el país.

Sin ir más lejos, una de las realidades que ilustra la fortaleza de la federación andaluza es el reciente resultado de las primarias de IU para las elecciones europeas. Su ‘candidato’, el malagueño Manu Pineda, barrió con un 65% de los votos y dejó en apoyos muy testimoniales a la madrileña Marga Sainz (21%) y a la riojana Henar Moreno, que no llegó al 13%. Se da la circunstancia de que Moreno fue respaldada por Sira Rego y este detalle no pasa desapercibido en el sur, a la hora de reclamar el mayor protagonismo posible en la nueva etapa orgánica que se abre en IU.

Fuentes cercanas a la coalición de izquierda, consideran que la ministra podría salir malparada de unos comicios internos ‘cuerpo a cuerpo’ y abogan por un consenso previo a la asamblea de mayo que no tenga por qué excluirla. Pero que no le conceda omnipotencia, para que su rol de ministra no la lleve a desatender la coordinación federal, y en cambio sí se aplique una fórmula en la que quede de manifiesto el peso real que tiene Andalucía. Es más, llega a aflorar la ‘madrileñización’ de Alberto Garzón, quien realmente irrumpió en la coordinación nacional espoleado por el movimiento 15M y no desde el aparato andaluz, cuando se canaliza el malestar existente en torno a la «irrupción unilateral» que escenificó Rego al postularse para el liderazgo federal, solapándolo con la campaña de las primarias para las europeas.

La cercanía de Rego al propio Garzón es una de las claves que subyacen de forma más delicada y le añade al pulso vigente cierta extensión de la indignación que ya generó, en su momento, la intención del exministro de Consumo de cruzar una puerta giratoria.

Precisamente, Antonio Maíllo no se mordió la lengua entonces y expresó a través de sus redes sociales el malestar existente entre amplios sectores de la militancia de izquierda: «‘Lo’ de Alberto Garzón es una contradicción brutal, y una impugnación a la inicial trayectoria de aquel joven del 15M que nos encandiló a tantos. Vivan las gentes de Izquierda Unida», recalcó el que fuera candidato ‘rojo’ a la presidencia de la Junta de Andalucía en los comicios autonómicos de 2015.

De repente, Maíllo ha vuelto a la primera línea. Está por ver si lo ha hecho realmente para ostentar la coordinación federal; o para propiciar el intenso debate interno existente de modo que, a partir de ahora, se vaya viendo qué (o quién) es lo que más le conviene a la federación andaluza.