Rezuma amabilidad y modestia natural José María Ruiz Montes, cuyo taller, en la calle Pozos Dulces, es la constatación de que su magnífica obra habla por él.

Acude a la cita con La Opinión tras hacer varias fotos a su mujer: «Ella siempre posa para las figuras», explica. En este caso, figuras alegóricas femeninas para el trono de la Redención de Dolores de San Juan, una obra ingente que tendrá lista para el año que viene. «Hay que policromarlo y terminarlo», aclara.

En total, más de 40 figuras de bronce y de madera que tendrán detrás algo más de dos años y medio de trabajo en los que el tallista ha llevado a cabo una intensa labor de estudio previo. «El programa iconográfico es de Pedro Merino y el desarrollo artístico me lo dejan a mí, me gustó mucho que me dejaran vía libre», destaca.

Las cerca de 30 piezas que serán finalmente de bronce las tiene terminadas y en el momento de la entrevista estaba supervisando la fase de las figuras hechas en cera, un proceso que empieza con las figuras modeladas en barro, seguido por el negativo en silicona, positivo en cera, contramolde cerámico y bronce.

«La cera es el material previo a la fundición, aunque la reproducción sea lo más fidedigna al modelado, siempre hay que estar repasando las uniones o por si hay burbujas», explica.

En su espacio de trabajo, que tiene el sabor de un taller de los años 30 –acrecentado por el hecho de que acogió en su día una vieja escuela– suele sonar música clásica. «Es la que más pongo, me neutraliza más sobre lo que estoy haciendo, me acompaña más y no te impone un ritmo», cuenta.

Su jornada de trabajo es larga, de 9 de la mañana a 9 o 10 de la noche, «y a veces más tarde». A la hora de trabajar la madera, realiza como es tradición un modelo más pequeño en barro y luego pasa al sacado de punto, un sistema automático que saca la pieza, ya en madera, al tamaño deseado, aunque como resalta, luego hay que terminar a mano la pieza «porque viene con una definición intermedia».

La madera suele venir de exportación de Sudamérica: cedro de Brasil, caoba de Perú («la típica es la cubana pero se ha restringido la tala», aclara).

En cuanto a los instrumentos, las gubias para la talla son de Suiza y Gerona. «El acero es bueno, son piezas duraderas, por eso una gubia, dependiendo del tamaño te puede costar de 30 a 45 euros, los raspines de 40 a 45 y luego muchos palillos de modelar me los hago yo».

José María Ruiz Montes está impaciente por ver el trono del Cristo de la Redención en la calle el Viernes Santo de 2013. «Va a ser una satisfacción verlo en la calle porque en cierta manera se está haciendo un trabajo del que estoy muy satisfecho y siempre está la ambición por querer mejorar pero sé que va a ser muy satisfactorio porque se está haciendo con mucho esmero y de la parte compositiva, del estudio, simbología y creación estoy aprendiendo mucho», plantea.

El imaginero malagueño ha terminado un crucificado para Churriana y el Cristo de la Agonía para el oratorio de las Penas. También ha concluido una Santa Elena para el banderín de la agrupación musical de la Vera+Cruz de Campillos y entre sus muchos encargos prepara «una serie de piezas de ángeles para los ciriales del trono del Sepulcro», un crucificado para el altar mayor de San Miguel del Miramar y un ángel sacramental para el trono de Viñeros. Y su gran reto: la imaginería del retablo de la basílica de la Esperanza. «Es un trabajo de cinco años por lo menos», calcula. El artista malagueño sigue creciendo con un trabajo callado que da forma al sentimiento religioso.