A las cuatro y veinte de la tarde chispeaba en la casa hermandad de Gitanos, en calle Frailes. La decisión fue retrasar media hora la salida, porque en principio era sólo un aguacero temporal el que podía amargar la salida. A las cinco menos diez en punto la cruz guía se hizo a la calle y, a medida que se formaba la sección de nazarenos del Señor de la Columna, la lluvia adquiría fuerza e intensidad.

Cuando todos los penitentes del Cristo estaban en Frailes y Peña, el hermano mayor de Gitanos decidió esperar y mandó parar cinco minutos a la cruz guía viendo el agua. Luego, con buen criterio, mandó meter en la casa hermandad el vía crucis al completo y sustituirlo por bastones, y finalmente sacó a la calle al Señor de los Gitanos. La Banda de Cornetas y Tambores Dolores Coronada de Álora había iniciado el desfile con Cristo del Amor.

Para hacerse a la calle, la Banda de Cornetas y Tambores de la Estrella, tras el Himno Nacional, interpretó Sangre y Agua, curiosamente cuando más apretaba la lluvia. Aún así, la complicada maniobra de salida siempre es un espectáculo para los sentidos.

«Venga, que es Lunes Santo», gritaba uno de los capataces, al tiempo que guiaba con dulzura al trono de la imagen cristífera. Hubo muchos aplausos. Luego, salieron los nazarenos de la Virgen de la O, cuyos hombres de trono habían embocado la puerta de salida a la espera de menos lluvia. Y la cosa se paró más de media hora a la espera de que aflojase. Finalmente, la Virgen de la O inició su desfile con el Himno Andaluz, y luego avanzó con Virgen de la O y Reina de San Lázaro. Su salida se demoró al tener que ponerle un plástico al manto de la dolorosa para que no sufriera daños y por cautela. Al Cristo, y al trono que lo lleva, también lo cubrieron con un plástico. Antes de llegar a la Tribuna de los Pobres, le quitaron los plásticos a las imágenes.