La telemedicina que trajo el Covid-19: pros y contras

La prestación de servicios sanitarios a distancia ha permitido a millones de pacientes en el mundo mantener consultas sobre la evolución de sus dolencias

El Covid-19 nos ha traído la telemedicina. | LA OPINIÓN

El Covid-19 nos ha traído la telemedicina. | LA OPINIÓN / la opinión. málaga

la opinión. málaga

Las nuevas tecnologías han revolucionado la relación entre el profesional médico y los pacientes. | LA OPINIÓN

Las nuevas tecnologías han revolucionado la relación entre el profesional médico y los pacientes. | LA OPINIÓN / la opinión. málaga

Si tenemos que buscar algún aspecto positivo que nos ha traído la pandemia del coronavirus ha sido el impulso decisivo a la telemedicina. La prestación de servicios sanitarios a distancia gracias a las nuevas tecnologías ha permitido a millones de enfermos, crónicos dependientes o temporales, mantener consultas médicas online con los profesionales que antes les atendían cara a cara en las consultas. Se estima que en nuestro país las consultas de telemedicina aumentaron un 150% aproximadamente.

Lo que entendemos en la actualidad por telemedicina incluye tres aspectos a tener en cuenta: la monitorización de pacientes a distancia con dispositivos tecnológicos que recopilan los datos básicos clínicos como pueden ser el nivel de glucosa, la presión arterial o la frecuencia cardíaca; los dispositivos tecnológicos específicos que permiten almacenar esos datos y enviarlos a un centro de gestión y, por último, la comunicación y la transmisión de la información en tiempo real, generalmente a través de videoconferencia, entre un profesional sanitario y un paciente.

Muchos especialistas y profesionales se han significado a favor y en contra de esta nueva forma de trabajar la medicina. Si hablamos de las ventajas podremos decir que la telemedicina ha roto las barreras que existían entre la atención primaria, evidentemente más básica, y la especializada hospitalaria ya que la historia clínica del paciente ya se comparte entre los centros. El paciente es uno, y diferentes profesionales le prestan la atención que precisa porque ya disponen de toda la información sobre él.

Entre los inconvenientes, las personas más vulnerables piden una comunicación directa con el profesional en determinados puntos del proceso de la enfermedad. No es lo mismo, según ellos, comunicar el resultado de una exploración por vía telefónica, mediante una viodeollamada, que el contacto presencial. Este resulta imprescindible, por ejemplo, en la toma de decisiones compartidas.

Y es que, como dato curioso, la Organización Mundial de la Salud dice que las nuevas tecnologías constituyen una manera eficiente de prestar servicios sanitarios, pero en el caso de las videoconsultas en ningún caso se plantean como un sustituto de las convencionales. Se trata de una herramienta formidable a disposición del sistema sanitario para el control y seguimiento de pacientes crónicos, discapacitados, o de personas que por dispersión geográfica no pueden acudir con facilidad a su centro de salud, opinan muchos facultativos preguntados al respecto.

Entre los retos que tiene la telemedicina, facilitar el acceso de los usuarios, teniendo en cuenta que muchos de ellos son personas con facultades disminuidas, es decir, salvar de una manera práctica la llamada brecha digital que provoca la propia tecnología entre los usuarios. Y para ello, la tecnología cada vez nos presenta aplicaciones cada vez más sencillas de manejar. Incluso hay apps para personas con discapacidad visual, que les facilitan información a través de realidad aumentada. Las hay también muy sencillas para rehabilitación cardiaca o para realizar ejercicios de fisioterapia respiratoria útiles a muchos pacientes que han sufrido la Covid-19.