El nuevo recorrido procesional está llenando muchas tertulias y comentarios durante esta Semana Santa. Hay que reconocer que desde el principio se sabía que iba a pasar. Era un cambio muy importante como para que no diera lugar a polémica. El tránsito de las cofradías por la Alameda y subiendo en la calle Larios forma parte del imaginario colectivo de todos los malagueños. Cambiar eso de golpe iba a producir, incluso en los más entusiastas, una sensación de extrañeza, cuando no desconcierto absoluto. Las personas somos animales de costumbres. Si nos gusta tomar un café siempre en la misma cafetería lo más probable es que nos enfademos y nos dejemos llevar por la melancolía si cierra. Con el nuevo recorrido he pasado por ambos estados. Del enfado por encontrarme con la imposibilidad de ver con tranquilidad a algunas cofradías, pasé a la melancolía y nostalgia al recordar cómo hace poco más de un año tenía la seguridad de saber qué ver y dónde en cada momento. Perdida esa seguridad, nos sentimos un poco huérfanos. Sin embargo, el nuevo recorrido es algo más que una cuestión sentimental. Tiene muchas aristas.

Abonados

Las personas que tienen sus abonos en el recorrido oficial son los principales afectados por el cambio. A la reorganización de los asientos, más o menos acertada, con el consiguiente cambio de entorno y de vecinos, hay que sumar un problema más para la Agrupación: la falta de previsión en el montaje de sillas y tribunas. Es verdad que cuando hay un problema salen miles de expertos que lo arreglarían todo «en cinco minutos». No hay soluciones sencillas, pero sí se ha echado en falta contar con una empresa que fuera consciente de la complejidad y particularidades de las tribunas para ver la Semana Santa, así como una mayor coordinación por parte de la Agrupación, que da la sensación de haberse visto sobrepasada por los acontecimientos. Quizá un repaso previo al etiquetado de las sillas, la presencia de personas formadas para organizar las distintas secciones o de equipos que fueron solventando problemas hubiera resultado muy provechoso y calmado muchos los ánimos entre los abonados, en especial de la Alameda y la plaza de la Marina.

Procesiones

El recorrido nuevo invierte nuestros recuerdos. Tantos años viendo subir a las procesiones hacia la plaza de la Constitución provoca un desconcierto al ver el camino contrario. Sin embargo, hay un problema mayor. El itinerario es largo. Cuando los cortejos entran en el recorrido oficial lo hacen con paso lento, mecidas, enlazando marchas o pasos preparados para lucir los tronos frente a la tribuna oficial. Pero eso es sólo el principio. Luego quedan casi dos horas de transitar por Larios, Martínez, Atarazanas, Alameda, plaza de la Marina y Molina Lario. Muchos metros para mantener la «tensión» en los tronos y no se vengan abajo, desanimados por un itinerario que no se acaba.

Esa longitud provoca así un efecto perverso. Ver a las procesiones en el recorrido oficial puede empezar a dejar de ser especial o interesante si los tronos se desaniman o llegan al tedio en entornos no siempre favorables. Hay que reconocer que las nuevas tribunas son, cuando menos, chocantes para crear ambiente procesional.

Horarios

El Domingo de Ramos fue un día revuelto en Twitter. Los mensajes criticando los palcos y las sillas vacías se sucedieron, algunos muy ácidos. Pero yo no lo voy a criticar. Sólo imaginarme en una zona que dé el sol a las tres de la tarde del pasado Domingo de Ramos y me pongo a sudar. Y si encima hubiera que estar desde las 13.45 horas, cuando entró la Pollinica, hasta pasadas las nueve de la noche, con el paso del Gran Perdón, sin moverse, hubiera sido heroico (o suicida). El problema no era los palcos vacíos, el problema es la organización de ese día. Pretender un día que aúne mañana, tarde y principio de la noche en una jornada continua es quizás demasiado. Obliga y exige una actitud asceta al espectador y en las horas de más calor. Igual habría que volver al formato anterior, con un parón en el medio que permita un descanso para continuar con la tarde. No sé cuál será la mejor fórmula, pero 17 tronos seguidos en la hora de más calor no parece lo mejor.