Recuerdo que hace ya varios años se comentaba que los 'Servitas blancos' dejaron de cumplir con esa denominación. No se miraba tanto el orden en las filas, era fácil encontrarse con nazarenos que iban con zapatos deportivos y patrimonialmente hubo un cierto estancamiento. La propia evolución de las cofradías es eso, combinar momentos de parón o retroceso, con otros de crecimiento. Ahora vivimos uno de estos momentos de crecer y afianzar su propuesta. La renovación del trono del Ecce Homo ha sido clave en este cambio. Fue como un revulsivo que se ha dejado notar en el resto de las secciones del cortejo, con los nazarenos recuperando el espíritu de seriedad que los definió al principio.

La bajada desde la basílica de la Victoria es uno de esos momentos que se esperan con ganas el Domingo de Ramos. El sol haciendo brillar con fuerza el dorado del trono y el grupo escultórico que acompaña al Señor, pleno de fuerza expresiva, armonía en la disposición de las figuras, dramatismo y movimiento, es un regalo para los malagueños. El espectador se deja llevar por las distintas escenas que se recogen en ese grupo escultórico y que contrastan con la serena actitud de Jesús, manso ante la fiereza y odio que lo rodea. Es toda una obra catequética que, además, le suma una alta calidad artística.

Domingo de Ramos | Humildad

Domingo de Ramos | Humildad

Pero si la amplitud del Compás de la Victoria y de la calle Victoria permiten la contemplación serena del cortejo, eso cambia cuando entra en la calle Granada, estrecha, donde apenas cabe una fila de personas junto al trono. La cercanía es máxima. Y es en la entrada a esta calle donde encontramos dos momentos de la cofradía este Domingo de Ramos. Tanto el Señor de la Humildad como la Virgen de la Merced ejecutaron unas curvas maravillosas, pero cada una con una forma distinta de afrontarla.

El trono del Ecce Homo se paró al llegar a la embocadura de la calle Granada, perpendicular a la vía. Cuando la campana tocó dos veces para levantar el trono, la Banda de Cornetas y Tambores de la Esperanza empezó a tocar la marcha 'Refúgiame'. En ese momento los capataces tomaron el mando. El trono empezó a girar, lentamente, con calma, sobre su propio eje primero y avanzando lentamente después al tiempo que daba "medio pasito a la derecha". Sin una rectificación, de un tirón y con la melodía de 'Refugiame' acompañando cada medio pasito hasta que entró en la calle. El aplauso fue tremendo y no era para menos. "Bravo. Maravilloso familia, maravilloso", gritaba uno de los capataces de cola a los hombres de trono.

El trono de la Virgen de la Merced planteó una entrada diferente para la calle Granada. Se paró a diez metros de la entrada de la calle. Cuando se levantó, la Unión Musical Eloy García empezó a interpretar 'Saeta Sevillana', una pieza melódica y suave, que acompañó a una curva larga, acompasada y con mecida constante del trono de la Virgen de la Merced. Con precisión se situó en la calle Granada y empezó a descender. A la altura de la iglesia de Santiago las campanas empezaron a repiquetear con alegría. La Humildad estaba en el Centro.