Me tiene contenta, de toda la vida, la liberación del preso en la Pascua ha sido por la tarde noche y ahora me lo cambia a la hora de comer. El menú de pichones con salsa de ostras tirado por los suelos, a esa hora como mucho da para un pollo asado. Por no hablar de lo que me voy a poner, no sé si una túnica con influencias de Grecia o algo que tape más. Y claro, él con su maldita manía de no meterse en nada. Lo que le digas, le entra por un oído y le sale por el otro. Yo todo el rato diciéndole, te van a coger odio, te van a llamar el palangana, y eso no gusta en nuestra casa de verano de Malaca.

Pueden llamarme Claudia o Prócula o como gusten, mis linajes son imperiales, por eso ando siguiendo a mi marido en su destino y no es por malmeter, pero mejores castas tengo que él. Teniendo sillas de propiedad en el Circo Máximo, me pierdo todo por tener que aguantar el trabajo de mi esposo. Eso sí, indeciso es, pero para mí es lo más Prefecto del mundo y aunque tiene sus cosillas, el que se meta con él, tendrá problemas.

No te mezcles en el asunto de este justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho. Se lo dije, de verdad que se lo advertí, son esas cosas que como mujer lo ves claro. No es por llevar la contraria, pero lo del preso estaba muy preparado. Mi marido, echando balones fuera y yo por la noche, en nuestra cubícula, diciéndole: No me seas un cobarde, lo estás viendo claro, no hagas caso a los cuatro de siempre que pretenden reventarte tu decisión, que aunque tengan oro para hacer esos encargos para engrandecer tu Palacio Pretoriano, al final mandan los sentimientos del pueblo de base. Que sí, que es importante mantener la relación con los mecenas de Roma, pero te condenas si les cedes favores, que al final el que hace el pan para tus legiones es el que menos pide.

El día de marras es conocido por todos. Yo con mi melena a lo grecorromano, con pose compungida, por si algún escultor le daba por captar el momento, en plena belleza de mi condición de patricia romana, aguantando al populacho, viendo como se le escapaba a mi cónyuge la razón del derecho romano, y con lo altiva que soy, no pude mantener la mirada al no elegido. Con mi matriz seca, no fecundada, me entró en mí ser, el dolor de una madre al ver a un hijo desprotegido. La muchedumbre gritaba lo contrario. El sudor sobre la frente del Prefecto. El sueño de la noche anterior, hecho pesadilla. El esclavo portando la cobardía para la sentencia, mi mano en mi frente y mi mirada perdida, no queriendo que mis ojos se cruzaran con los del Hombre Justo.

Con el paso del tiempo, en mi retiro de Capri, me queda la duda de si se pudo hacer algo más. Si somos prisioneros del destino, si por callarnos por el que dirán no tomamos la decisión justa. Remordimientos ahogados, mientras con una vara, en la arena de mi villa termino el dibujo de un pez.

@malakahin