Sor Juana, la monja que se adelantó tres siglos a “la habitación propia de Virginia Woolf”

La religiosa y poeta reivindicó un discurso feminista desde un convento del siglo XVII

Sor Juana Inés de la Cruz.

Sor Juana Inés de la Cruz.

María G.San Narciso

"Bendito sea Dios que quiso fuese hacia las letras y no hacia otro vicio", reza Sor Juana Inés de la Cruz en una carta enviada en 1691 al obispo de Puebla (México), Manuel Fernández de Santa Cruz. Era la respuesta a otra correspondencia del religioso quien, haciendo uso de un sobrenombre femenino, el de sor Filotea de la Cruz, utilizaba su escritura para criticarla. Sor Juana, lejos de amedrentarse, escribió líneas y líneas defendiendo el acceso al saber y a la enseñanza para ella, pero también para el resto de mujeres. Anhelaba que las niñas tuvieran la opción de aprender. Ahora, 332 años después, se la considera la primera feminista de América del siglo XVII.

Sor Juana, fue una monja autodidacta y escritora que nació en el Virreinato de la Nueva España (México). En un contexto más bien machista, desde muy pequeña demostró su gran interés por el conocimiento, en general, y las letras, en particular. Lo demostraba en sus cartas, en las que dejó escrito que quería que el placer que sentía aprendiendo estuviera disponible para cualquier persona.

Ella, que leía con tres años, que escribía perfectamente antes de los siete y que se abstenía, tan pequeña, de comer queso porque había escuchado que te hacía ruda, deseaba que cualquier mujer pudiera acceder a los estudios y a una vida intelectual que, en muchas ocasiones, estaba reservada únicamente a los hombres.

No solo eso: también las reivindicaba. En la denominada Carta a Sor Filotea de la Cruz, "se extiende enumerando ejemplos maravillosos de mujeres (santas y paganas por igual) sabias y doctas que fueron ejemplo de inteligencia, sabiduría y valor, y que eran admiradas en su época. Incluso nombra a Cristina de Suecia, su contemporánea, que tenía fama de mujer educada y superdotada. Y siempre pregunta: ¿Por qué las mujeres no podemos hacer lo mismo que los hombres, si tenemos la misma inteligencia o, a veces, más?", explica Kyra Galván, autora de 'Los indecibles pecados de Sor Juana'. 

La considera una feminista, "porque no sólo defendió su derecho a pensar, a escribir y a comunicarse con el mundo hasta su muerte, sino también su ser mujer". Un discurso único en la época colonial. “Lo que más me atrajo de ella fue su lucidez, el pecado de su inteligencia en una época en que las mujeres estaban condenadas ante un irreductible analfabetismo y, que, a pesar de no tener muchas opciones para moverse en la vida, escogió la creyó más idónea para poder estudiar y escribir. Es decir, se adelantó al concepto de la habitación propia, de Virginia Woolf en tres siglos”, asegura.

Su valor en la literatura

“Conjuga toda una serie de elementos extraordinarios. Fue autodidacta y una absoluta apasionada por el saber desde niña”, añade Eva Valero, catedrática de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Alicante. A los 16 años consiguió entrar a la corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo, Marqués de Mancera, y la virreina, Leonor de Carreto, quien se convirtió en su principal mecenas.

Fue allí cuando, como dama en la Corte de la Virreina, se convirtió en la persona a la que acudían los sabios de la época a entrevistarse y la que querían que escribiera los versos de las circunstancias del virreinato de la Nueva España. “Pero también escribió mucho por propia necesidad”, apunta Valero. Destaca, ante todo, el Primer sueño, “un poema absolutamente extraordinario y excepcional”. “Se convirtió en la poeta principal de las letras hispanoamericana virreinales o coloniales”, añade.

Su vida tras la Corte siguió en el convento de San Jerónimo. Era el lugar indicado para poder vivir sola y dedicarse en cuerpo y alma al estudio desde su celda, convertida en un gran despacho y biblioteca. También allí tenía la posibilidad de continuar sus relaciones con grandes intelectuales de la época, como Luis de Góngora.

“Ella significa muchísimo, no solamente por esa defensa que hizo extraordinaria del derecho de la mujer a la vida intelectual en el México de la época, sino porque también se introdujo dentro de esa poesía barroca que tenían sus modelos peninsulares, como Góngora y Quevedo, y el teatro, con referentes como Calderón. Le dio una vuelta en tanto que la poesía de Sor Juana es una poesía muy intelectual. Todo, incluso el sentimiento amoroso, está pasado por el tamiz de lo mental. Tanto es así que ella uno de los rasgos fundamentales de su pensamiento es la duda. Se pregunta siempre por el más allá. No acepta tajantemente los dogmas, lo que la llevó a vivir ese cerco que le hizo la Iglesia, porque era inaceptable en su tiempo”, explica la catedrática. Introdujo, con su forma de intelectualizar y racionalizarlo todo.

¿Era realmente religiosa?

Un trabajo intelectual por el que los coetáneos no entendieron por considerar que no era una vida de ‘verdadera’ religiosa. ¿Lo era realmente? “Sí, al menos formalmente. Si tenía vocación religiosa, ya es otra cosa”, responde Kyra Galván. “Cumplía con sus deberes religiosos, como muchas, pero la mayoría de las mujeres en los conventos no tenían vocación. Estaban ahí por diferentes razones. Muchas no eran místicas ni nada parecido. Y creemos que las reglas en realidad eran bastante laxas”.

En opinión de Galván, Sor Juana buscaba llegar a Dios por medio del intelecto, no del corazón, ni por medio de un arrebato místico. Utilizaba los conocimientos para entender la obra de Dios, de ahí su poema Primer Sueño. “También de ahí se agarran los prelados eclesiásticos, el arzobispo Aguiar y Seijas para ‘reprenderla’ cuando dicen que no hace vida de religiosa y la hacen hacer una confesión general y firmar papeles con su sangre, en fin, en realidad la castigan por lo que ellos consideran rebeldía porque no deja de escribir y de opinar”, prosigue.

También hay diversas teorías acerca de su vida sentimental. “Pero la teoría del amor clandestino es un albur. Nadie sabe a ciencia cierta. Se ha especulado mucho sin ninguna prueba. Se cree que pudo haberse dado el caso cuando ella estuvo en la Corte del Virrey Mancera. Pero tanto ella como sus contemporáneos cerraron la boca y nadie sabe nada. Incluso se habla de que tuvo algo con el virrey, pero todos son especulaciones”, asegura la escritora.

En las últimas décadas también se ha planteado que Sor Juana pudiera ser lesbiana. Y que tuvo un tórrido romance con la Condesa de Paredes. “Esto debido a los poemas que le dedicó y que algunos consideran subidos de color. Lo creo improbable por varias razones, entre otras, porque ella misma defendió sus poemas diciendo que nunca había escrito nada indecente y quizás, no sepamos leer la moral del siglo XVII con ojos del XXI”, añade Kyra Galván. Ella, en su novela, plantea otra teoría. Pero reconoce que todo son especulaciones que probablemente no podremos confirmar porque la propia Sor Juana se cuidó bien de encubrir su vida privada. Hasta en eso fue una pionera.