Proceso judicial
"Gabriel le metió en la cabeza la idea de matar a sus hijos y se quedó de brazos cruzados"
El fiscal remarca que fue el padre de los niños asesinados en Godella quien indujo a la madre, inimputable por su enfermedad mental, para que los matara durante un ritual de purificación de las almas
Ignacio Cabanes
Separados por un biombo, los padres de Ixchel y Amiel -de seis meses y tres años y medio- se enfrentan al juicio por el asesinato de sus hijos, muertos a golpes en marzo de 2019 en Godella. Una vez formado el jurado, formado por seis mujeres y cinco hombres, las declaraciones de ambos acusados se han pospuesto a la tarde. María, que se encuentra estabilizada con el tratamiento que está recibiendo, declarara por primera vez, según ha anunciado la letrada de su defensa. Eso sí, ha solicitado que no esté presente durante la declaración del padre, del que ha recibido presiones para que asuma toda la responsabilidad de los crímenes, según ha podido saber este periódico.
El fiscal Javier Roda, que solicita 50 años de prisión para el padre de los menores, 25 años por cada uno de los asesinatos, ha remarcado en su exposición inicial ante el jurado que el padre es tan autor de los crímenes como su pareja, al ser el inductor. “Gabriel le metió en la cabeza la idea de matar a sus hijos”, ha asegurado, a la vez que ha definido al acusado como una persona “manipuladora y autoritaria”, que tenía abducida a María. “Le tenía comida la cabeza, le metió esas convicciones y luego se quedó de brazos cruzados y no hizo nada por evitarlo”, ha indicado.
Por su parte, la defensa del padre de los menores solicita su libre absolución al entender que no hay pruebas contra su cliente y que fue la coacusada quien los mató en un brote agudo de su esquizofrenia paranoide porque “Dios se lo había ordenado”, como ella misma reconoció a los médicos forenses. Así, mantiene que no hay indicios racionales que incriminen de manera directa a su representado.
La defensa del padre de los niños ha remarcado que no hay pruebas contra su cliente y que el ADN solo incrimina a la madre. “Se ha construido el caso no en base a indicios, sino a sospechas, muchas subjetivas que se han ido disolviendo durante la instrucción como un azucarillo”, argumenta el letrado Arturo Peris. “No se juzgan personas, se juzgan hechos”, ha puntualizado, a la vez que dirigiéndose al jurado les ha aclarado que no se está cuestionando si Gabriel era buen padre y marido, sino si participó en la muerte de los niños.
En cuestiones previas la letrada Luisa Ramón, abogada de la defensa de la madre, ha presentado una recopilación de cartas que Gabriel le envió a María estando ambos en prisión, en las cuales el acusado hace una especie de declaración de amor a su pareja, y las escribe como si no hubiera pasado nada. Además ha propuesto nuevos testigos que relatan un supuesto maltrato que ejercía Gabriel sobre su hijo Amiel, un niño de tres años, que atribuyen a su “manera especial de entender la educación y su carácter irascible”.
Declara el padre y sale la madre de la Sala
Comienza la declaración del padre de los menores asesinados pero hablará sin que María, la madre de los pequeños, esté en la Sala puesto que ha solicitado al Tribunal abandonar el lugar porque no quería estar presente, algo que le ha sido concedido.
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