«¡Que viva España!» Ése fue el grito de guerra de los casi 24.000 aficionados de la selección que vivieron ayer en La Rosaleda un espectáculo sobre el césped y en la grada. La casa del Málaga CF, habitualmente teñida de blanquiazul, fue ayer una fiesta rojigualda donde España invadió cada uno de los rincones malaguistas.

La cita comenzó bien pronto. Nadie quería perderse ni un gesto ni un golpeo y ni siquiera una carrera. Ya en el calentamiento Martiricos registraba una magnífica estampa. Sobre el césped, los jugadores y el mítico Manolo «El del Bombo». El carismático showman no paró en todo el partido de pasearse y animar a la grada.

Pero también hubo combate entre aficiones. La disputa sana entre un numeroso grupo de venezolanos que acudió al estadio dio más colorido al encuentro. El momento más emotivo llegó con los himnos. Respetuosos con el de Venezuela y entregados con el de España, la afición malagueña entró pronto en partido. Y correspondió con vítores y celebraciones en cada gol e incluso en cada ocasión fallada. Estaba entregada a la «Roja».

Pero pese a las estrellas de la selección, la grada quiso hacer un pequeño guiño a los dos malaguistas en la cita. En las alineaciones ya hubo reconocimiento. Pero fue en la salida de Rondón y en la entrada de Cazorla donde se demostró que La Rosaleda, aunque estuviera teñida de rojo, sigue siendo territorio blanquiazul.