El maratón de la capital de Massachusetts nació en 1897 y su primer vencedor fue John McDermott, trabajador de una imprenta en Nueva York. Ni las guerras fueron capaces de detener su celebración.

Cuando Estados Unidos envió su primera delegación a los Juegos Olímpicos de Atenas en 1896 buena parte de los atletas que representaron al país norteamericano pertenecían a la Boston Athletic Association, que en sus apenas nueve años de vida había conseguido que el deporte echase raíces en la ciudad. Johan Graham, miembro de la asociación y mánager del equipo americano en Atenas, quedó seducido por aquel primer maratón olímpico en el que tomaron parte solo diecisiete atletas, doce de los cuales eran griegos. Y tuvo la idea de que fuese Boston la primera ciudad en tener su propio maratón.

En cuanto regresó a casa convocó una reunión con el resto de los miembros de su agrupación para exponerles la idea. Les habló de la repercusión que tendría en el futuro la prueba, de sus posibilidades y de la necesidad de involucrar a todos los vecinos para que sintiesen que aquella carrera era algo suyo. Su propuesta fue apoyada casi por aclamación y durante los meses siguientes la Boston Athletic Association vivió casi exclusivamente para la organización de su primer maratón.En esa tarea resultó fundamental la financiación que corrió a cargo de Herbert Holton, un empresario de la ciudad encantado con la idea de Graham.

El principal quebradero de cabeza fue el circuito, un problema que había a que atajar como fuera. No les valía cualquier cosa. Decididos a respetar en todo lo posible la orografía que separa Maratón y Atenas -escenario de la prueba olímpica- trataron de buscar un recorrido que estuviese salteado por diferentes elevaciones. Se decantaron finalmente porque la salida se diese en la próxima Ashland y finalizase en la calle Irvington en Boston. 24,5 millas que vienen a ser poco más de 39 kilómetros, una distancia complicada para todos los corredores.

Decididos a darle mayor contenido a la carrera los organizadores apostaron por celebrarla el 19 de abril, el "Día de los Patriotas", fecha que conmemora el inicio de la Guerra de la Independencia pero que solo está reconocida en los estados de Massachusetts y Maine. Así lo mantuvieron -salvo cuando coincidía en domingo que lo retrasaban un día- hasta 1968 cuando optaron por establecerla el tercer lunes de abril como fecha fija en el calendario para los corredores.

El 19 de abril de 1897 se presentaron en la línea de salida quince atletas. Ninguno de ellos se había aventurado a algo semejante. Desde Nueva York llegó John J. McDermott, un trabajador de una imprenta, que competía en un club de la Gran Manzana y a quien la prensa global señaló como el favorito. Nadie sabe muy bien por qué. Su principal rival debería ser Dick Grant, un estudiante de Harvard que destacaba en las pruebas de mediofondo.

Numeroso público se presentó en la salida.La organización había puesto un tren que llevaría a los espectadores desde la salida hasta cerca de la línea de meta para que pudiesen disfrutar de ese momento histórico y fueron unos cuantos centenares los que aceptaron la propuesta. Mucha otra gente aguardaba en las afueras de Boston a los atletas para acompañarles con sus bicicletas, algo que se convirtió en un clásico en las primeras ediciones de la carrera.

A las 12:19 horas Tom Burke, miembro del Boston Athletic Association, se acercó a los atletas y, en vez de utilizar la clásica pistola, simplemente les dijo "go". En ese momento nacía el Maratón de Boston. Desde el comienzo quedó claro que McDermott era el deportista con mayor fondo. Fue tomando una cómoda ventaja sobre el resto de los rivales mientras la carrera se disputaba por los polvorientos caminos que conducían a Boston. El asfalto esperaba más adelante.

El problema es que la falta de preparación comenzó a pasar factura, sobre todo a Grant, cuyo entrenamiento para el mediofondo era evidente que no le alcanzaba para perseguir a McDermott. Poco después de entrar en Boston buscó refresco incluso en las bocas del riego pero al final optó por retirarse.

El líder vivió también su particular calvario. En la milla 20 se detuvo por primera vez. Lo haría varias veces antes del final con las piernas atenazadas por los calambres. Se paraba y se manajeaba las piernas convencido de que nadie le alcanzaría. Cuando le advertieron de que en la lejanía se intuía la presencia del segundo clasificado apretó los dientes e hizo el último esfuerzo para completar el recorrido. Antes de llegar a la recta final, en la Avenida de Massachusetts, su paso obligó a detener un tranvía y un cortejo fúnebre. Parecía un mal augurio, pero no fue así. El neoyorquino inscribía su nombre como el primer ganador de la prueba con un tiempo de 2:55.10. Desde entonces nada pudo con el maratón de Boston. Ni las guerras le detuvieron. Solo en 1918 la Primera Guerra Mundial obligó a sustituirlo por una prueba de relevos que disputaron militares. No es de extrañar que la prueba sea uno de los indiscutibles iconos de la ciudad, y sea una de las ciudades más atractivas de los Estados Unidos.