«El fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes». Lo dijo hace más de una década el locuaz Jorge Valdano y lo corrobora ahora desde Indonesia Fernando Rodríguez (11-V-1987), delantero andaluz. «Cuando la vida está en juego, el fútbol no vale nada». El ariete sevillano, hoy en las filas del exótico Mitra Kukar, lo cuenta con conocimiento de causa, aún con el miedo en el cuerpo tras haber vivido de cerca el terremoto que devastó Indonesia el pasado martes.

«Me pilló en Borneo, donde vivo, y sentí el temblor en la cama del hotel, pero no me imaginé lo que iba a suceder en Palu», revela el exfutbolista de media docena de equipos españoles, que decidió probar fortuna en Asia hace algo más de un año.

Fernando vive y entrena en Balikpapan, justo enfrente de la isla mayoritaria de Indonesia y de Palu, el municipio de la tragedia. El terremoto, acompañado de tsunami, ya se ha cobrado más de mil quinientas víctimas. «Lo primero que hice fue mandar un mensaje de tranquilidad a mi madre, le expliqué que lo que había ocurrido era muy fuerte, pero que por suerte no nos había tocado a nosotros», explica Fernando, que emprendió esta aventura futbolística con su mujer y su hijo.

El horror le pasó de refilón porque uno de sus compañeros de equipo, concretamente uno de los porteros, ha estado tres días sin saber de su familia: «Por fin los ha localizado, pero la casa se ha venido abajo, no tienen ropa ni nada para comer».

Cara y cruz para el delantero sevillano, que está viviendo un gran momento profesional. El pasado año firmó 30 goles en la Liga filipina con el Ceres Negros y este curso marcha segundo máximo goleador en Indonesia. Pero la vida en el sudeste asiático no es fácil. «Doy gracias porque no nos pasó nada a mí ni a mi familia, cuando suceden estas cosas uno se da cuenta de que en España esto no ocurre, que lo ves por la tele y luego te olvidas, pero vivirlo de cerca es muy duro», repasa Fernando.

Ahora, a través de UNICEF y del activismo de Sergio Ramos en las redes sociales, Fernando busca ayuda internacional para ayudar a Palu, el lugar del drama, donde todavía quedan miles de escombros por levantar y otras tantas familias por recomponer.

Entre tanto, Indonesia no sólo no para la Liga, sino que la retoma este fin de semana tras varias semanas parada por una trifulca entre aficionados que terminó con un fallecido. «Aquí la seguridad en los estadios no es la misma, hay dos o tres equipos que meten en sus estadios 30.000 personas y cuando voy a jugar allí a mí me da hasta miedo. A veces pienso que como salte uno al campo, luego va otro y eso no hay quien lo pare», advierte el delantero.

Otra competición

Por el momento, el Mitra Kukar pretende renovarle, pero Fernando, que ya tiene ofertas de Malasia y Tailandia, busca dar un nuevo salto en su carrera profesional. «Por lo pronto la Liga acaba el 8 de diciembre y a mí aún me tienen que pagar una parte», cuenta el sevillano, que resalta la incertidumbre que rodea al país y a la Liga: «Hay un poco de descoordinación, yo estoy también nervioso porque el campeonato se paró hace semanas por la paliza al aficionado y no te explican nada».

Todavía con el pánico y el dolor en el cuerpo y en la calle, Fernando y su equipo vuelven a la competición mañana ante el Makassar, segundo clasificado de la Liga indonesia.

«He estado diez semanas como pichichi, pero en la jornada antes del parón David Da Silva, del Persebaya, hizo un ‘hat-trick’ y me superó por un gol». Una preocupación trivial, claro, la del fútbol, «cuando el mundo se quiebra y la vida está en peligro».