Con suspense y 20 minutos después del comienzo del tercer partido del Trofeo Costa del Sol, el Unicaja implacable y dominador de la pretemporada entró en escena y derrumbó el muro italiano. Prosiguió el equipo con su verano inmaculado y transmitiendo sensaciones positivas. Y ganando, levantando trofeos. Algo que parecía imposible pasadas las nueve de la noche de ayer, en el descanso del Unicaja-Emporio Armani Jeans. Y es que en los 20 primeros minutos, Sergio Scariolo y su nueva legión sacaron a relucir lo que toda una pretemporada, con seis triunfos (dos a puerta cerrada con Granada y Alicante), y un empate, habían sumergido en la efímera felicidad verde. «No he visto este año al Unicaja», había dicho el italiano en la previa del I Torneo Costa del Sol.

O miente muy bien –esas mentirijillas piadosas– o debe ser muy fácil preparar los partidos ante el Unicaja, debió pensar el aficionado al descanso de ayer. En ese periodo, Cook ordenó, mandó y superó a Rowland y Valters. Mancinelli y Hairston, los «treses» italianos, postearon siempre que pudieron a Fitch, Berni, Darden o Saúl, más pequeños. Fotsis huyó de la zona y aprovechó su mayor rapidez de piernas ante Freeland para irse a los 12 puntos al descanso, con dos triples. Y dentro, Zoric no las veía y sólo Sinanovic se atrevió a intimidar.

Para redondearlo, Scariolo, en defensa, puso a su Milán en zona. Con Fitch negado y Tripkovic en el banco no le quedaron grandes especialistas en el tiro exterior a Chus Mateo. El equipo buscó dentro a Freeland y Zoric, y los dos trataron de sobrevivir. Que, visto lo visto, era más que suficiente en el intermedio: 27-36. Sobre todo, porque en los 14 primeros minutos el Unicaja sólo había anotado 13 puntos (13-25) y los italianos llegaron a dominar por 14 puntos poco después: 15-29.

Así que lo mejor al descanso fue el simpático baile que se echó en la grada el hijo mayor de Darden. Puro espectáculo el del crío. Eso, y ver a Laurita, la hija del director deportivo del club, Manolo Rubia, lanzando tiros libres con una eficacia que ya la quisieran muchos.

Era el primer rival de empaque, de altísima exigencia, quizá de nivel de Final Four al que se medía el Unicaja en pretemporada, y la prueba había sido un desastre. Y eso que este Milán lleva trabajando apenas una semana al completo con su entrenador. Ni los cambios de cinco en cinco de Mateo ni la recuperación de Freeland, baja en San Pedro, habían podido frenar en ese tiempo al rival.

El Unicaja salió del vestuario con la mentalidad de 2010/11. Y también con su idea de baloncesto, incluidas sus piezas. Chus Mateo tuvo que jugar con Freeland y Garbajosa dentro. Lo que dejó al inglés como «cinco», algo que se quiere evitar para darle más movilidad y protagonismo como «cuatro». Pero mientras Zoric se hace con su nuevo rol quizá no quede otra. Siempre está el mercado, siempre queda la opción más interesante, lógica y ambiciosa: fichar a otro pívot. Pero ya se sabe lo de «dejen salir antes de entrar». Y de momento no sale nadie.

Y desde la pintura se construyó la remontada. Desde ahí, y con Fitch como el año pasado. Autoritario, líder y acertado. En sólo cinco minutos, el Unicaja volvió a ser el de esta pretemporada. Y en ese tiempo, el equipo volteó un partido que tenía mala pinta: 40-39. A través de la intensidad y de su mejor puesta a punto, de su mayor nivel físico, el Unicaja abrió un pequeño hueco: 51-43. Zoric, con el viento a favor, demostró sus cualidades. Y el Emporio, que se había visto con 14 puntos arriba, caminaba ya 8 abajo. Y ahí sí que echó de menos a Bourousis, castigado con faltas, y su corta preparación.

En el tercer cuarto, el Unicaja había firmado 28 puntos, uno más que en toda la primera mitad (27). Y, si no hubiera sido por Nicholas, habría roto el encuentro antes. Pero la muñequita del americano obligó a esperar a la grada, impaciente. Un par de robos y varias contras después, el trabajo parecía hecho: 69-55 (35´). Y así fue. Campeones costasoleños: 79-65. El domingo, último test en Valencia.