Sé que una derrota no puede ser ni brillante ni meritoria ni prestigiosa ni nada que se le parezca. Que son adjetivos calificativos que no se entienden al lado de la palabra más negativa que existe en el mundo del deporte: «derrota». Pero me van a permitir hoy darle esta patada al libro de estilo para definir así el 77-66 en contra que ayer firmó el Unicaja en el mítico Universal Sports Hall de Moscú, ante el todopoderoso CSKA.

El Unicaja, para asombro de todos, fue capaz de plantar cara a su rival durante tres cuartas partes del partido y sólo el 28-12 del tercer cuarto impidió a los verdes –ayer vestidos de blanco– dar la mayor sorpresa de la «eurotemporada» ante un rival que entrado el último minuto del partido sólo ganaba 72-66 a los de Chus Mateo.

Parecía imposible contener la avalancha rival viendo sobre el parqué a Teodosic, Shved, Kirilenko, Khryapa, Krstic... Pero el Unicaja lo hizo a base de trabajo, de paciencia, de disciplina y de una defensa zonal «parida» por la pizarra de Chus Mateo que hizo temblar los cimientos del campeonísimo exsoviético.

Después de las críticas de partidos precedentes –sobre todo por los 96 puntos encajados ante el Real Madrid, el pasado domingo–, ayer no hubo nada que objetar al trabajo atrás. En defensa individual se hizo lo que se pudo –y dejaron los árbitros– y con la zona hasta se soñó con el imposible. El CSKA anota esta temporada casi 90 puntos por partido de media. Anoche, se quedó en 77. Y eso hay que valorarlo.

Lástima que el ataque costasoleño no estuviese tan fluido como en otros partidos. Es verdad que se falló demasiado, que hubo muchas pérdidas de balón evitables y que la intimidación de las torres rivales provocó mayor desacierto que otros días, pero es que el CSKA ofreció un clínic defensivo espectacular. Tiene mérito que un equipo de este calado viva permanentemente con las piernas flexionadas cuando el rival tiene el balón. Que sus jugadores, todos estrellas, con 23 arriba, no den un balón por perdido. Con ese talento humano que tiene la plantilla moscovita y semejante actitud colectiva de todos sus jugadores será complicado que no levanten el trofeo continental el próximo mes de mayo en Estambul. Para mí son, desde luego, el favorito número 1.

Dentro del buen tono general, un mal tercer cuarto resultó clave para la derrota final. El Unicaja había marcado territorio en los diez primeros minutos (12-14). Aguantó el intento de estirón moscovita del segundo parcial, para llegar al descanso 34-29. Pero tras el intermedio, todo cambió. El CSKA se disparó en el marcador. Llegó a mandar por 23 puntos, pero ni el 62-39 en contra provocó el desánimo. Lo que en otro tiempo hubiera sido una bajada de brazos general que hubiera regalado el triunfo al rival se convirtió en el inicio de una remontada que hizo entrar al Unicaja en el último minuto del partido sólo 6 abajo. Teodosic anotó entonces un triple y colorín, colorado, el cuento ruso había acabado.

Vayamos con los nombres propios. Fitch volvió a fallar. El norteamericano fue titular, pero no llegó a 13 minutos sobre el parqué. Cerró el partido con -2 de valoración porque falló cuatro de los cinco tiros que intentó. Su falta de aportación ofensiva es el principal problema del Unicaja a 17 de noviembre de 2011.

Freeland sí sumó puntos y valoración, pero no fue el de otras tardes. Su esperado duelo con Kirilenko casi no se vio porque el ruso jugó de «3» casi siempre. El británico sí estuvo bien en el cara a cara con Khryapa, pero cuando se encontró cerca del aro a Krstic o el propio Kirilenko...

¿Los bases? Muy bien los dos. Valters y Rowland. Anotaron 13 y 12 puntos, respectivamente. Hicieron más puntos ellos ayer que McIntyre en toda la temporada pasada.

La situación europea es envidiable. El Unicaja tiene tres victorias y dos derrotas en la clasificación tras acabar la primera vuelta de la liguilla. Ha visitado ya el OAKA de Atenas y la pista del CSKA. O sea, que es casi imposible hacerlo mejor. Ahora toca pasar página. El domingo espera en Alicante el sorprendente Lucentum. Será otra «guerra».