­No sé qué tiene la Copa, pero sí sé que es algo especial. Muy especial. Por más ediciones que pasen, por más partidos grandes que juegue tu equipo en la Liga Endesa, en la Eurocup o en la Euroliga, los cuatro días de la cita del k.o son «otra cosa». No sé si es por ese mogollón de aficiones de los distintos clubes hermanadas en el pabellón de turno, o es por ese ir y venir de beatiful people por las calles de la ciudad organizadora, o por ese arcoiris de colores en camisetas y banderas mezcladas en bares y lugares de ocio. El caso es que durante cuatro días se respira baloncesto por todas las esquinas y hasta el fútbol pierde cierta cuota de protagonismo ante los triples, las asistencias y los rebotes del torneo del k.o.

Incluso da igual el sitio en el que se juegue. Si te toca viajar a otra ciudad, la disfrutas desde semanas antes por la emoción de prepararlo todo (viaje, hotel, excursiones paralelas). Y si la tienes en casa, la vives de forma especial por sentirte un poco anfitrión de toda esa gente que los años anteriores has conocido en Vitoria, Madrid, Bilbao, Barcelona, Valencia... O donde quiera que la gente de la ACB se haya llevado su torneo «fetiche».

Para el Unicaja, ésta que arranca hoy es doblemente especial. Primero, por volver a sentirse equipo copero, tras la ausencia del año pasado en Vitoria 2013; y, sobre todo, en segundo lugar, porque esta vez es en casa. En un Martín Carpena que lucirá sus mejores galas desde hoy, jueves, y que sueña con llevar a su equipo hasta el infinito y más allá después de demasiados años de sinsabores.

El caso es que la Copa del Rey no espera por nadie. Es lo que tiene este torneo. Probablemente, su principal magnetismo. Aquí te citan un día a una hora y en un lugar. Y llegado ese día, tienes dos opciones: o estás a tope y sigues adelante o el rival te quita del medio. Sin opción de revancha. Como si fuera un guantazo en toda la cara.

Para el Unicaja de Joan Plaza el día «D» es hoy y la hora «H» es la de las 21.30. Justo en ese momento, el Palacio vivirá su partido más importante desde que en 2007 un triple de Pepe Sánchez tumbó al Barça camino de la Final Four de Atenas.

Ha llovido mucho desde aquel día mágico, pero no se ha vuelto a ver en el Martín Carpena un partido con tanta trascendencia. Se han disputado decenas de choques europeos... pero sin nada más en juego que una victoria. Se han jugado tres semifinales de Liga, pero sin ventaja de campo y sin opciones de dar la sorpresa. Nada comparable con lo de esta noche. Con 40 minutos en los que el que el premio para el ganador será toda una semifinal de Copa.

Si aplicamos el sentido común, ése que tantas veces falla en el deporte, el Unicaja es el favorito. Da casi miedo decirlo, pero es la verdad. El Unicaja tiene mejor plantilla que el CAI, jugadores más expertos (aunque hay varios debutantes), una historia reciente más rica... y juega en casa. Aunque sólo sea por eso, el partido debería ser de color verde. Lo malo es que hace poco menos de un mes, con esas mismas premisas, el CAI se llevó el triunfo del Carpena en la Liga. Y no es la primera vez, porque la temporada pasada ocurrió exactamente lo mismo.

El Unicaja llega a esta Copa con algunas dudas. Sobre todo la de la dirección, tras la lesión de Calloway. Sergi Vidal ejercerá de segundo base y Granger deberá multiplicar minutos y esfuerzos para que se note lo menos posible la ausencia del americano de pasaporte búlgaro. También está por ver si algunos actores secundarios hasta ahora como Kuzminskas o Hettsheimeir son capaces de dar un paso al frente. Si ellos ayudan, parece casi imposible pensar que el sábado no esté el Unicaja en semifinales.

¿Dónde estará esta noche la suerte del cruce? Joan Plaza tiene muy clara su receta: defensa, rebotear en los dos lados de la cancha y perder pocos balones. Y por ahí parece que irán los tiros. La defensa es uno de los caballos de batalla del entrenador catalán. Estar fuertes atrás parece que sería fundamental. También lo de los rebotes. Hay que estar finos para poder correr y no dar segundas opciones. Al Unicaja le cuesta mucho más el cinco contra cinco que la transición rápida. Lo de los balones perdidos es una necesidad. En partidos como estos no se puede hacer ningún regalo. Más que nada porque la Navidad ya queda lejos.

Dicen que las estadísticas están para romperlas. Pues el Unicaja tiene hoy una muy negativa: dos Copas en Málaga y dos derrotas en cuartos. Hoy es un buen día para cambiar la historia.