68 partidos después, el Unicaja 2017/18 finalizó esta semana, de forma precipitada y con la desilusión impregnada en cada aficionado verde, un curso que nació como el de la ilusión por la vuelta a la Euroliga y acabó siendo el de los objetivos incumplidos. La hecatombe de esta recta final de curso parecía imposible de atisbar cuando el 22 de septiembre, en Las Palmas, arrancó la Supercopa y, con ella, la temporada oficial. 68 partidos más tarde, el Unicaja echó el cierre tras no haber cumplido ni una solo de las metas de la temporada. Ha sido una larga temporada sin recompensa.

El equipo malagueño ha ganado sólo 32 de esos 68 encuentros, con más derrotas (36) que victorias. Ha anotado 80,3 puntos por partido pero su defensa se dejó ir, encajando 79,6. En un curso en el que Joan Plaza ha empleado a 16 jugadores, con el acierto del fichaje de James Augustine, la continuidad de Carlos Suárez y el paso al frente de Adam Waczynski, pero la mala elección otra vez de un base titular (Ray McCallum no ha funcionado) y un fichaje que fue el primero pero al que aún se espera en Málaga, el de Dragan Milosavljevic. Todo, en una campaña en la que se gestionó mal el «Caso Musli», y en el que el equipo dejó una muy mala impresión final.

El Unicaja arrancó el curso con la Supercopa ACB, en la que se accedió gracias al título de Eurocup. El Unicaja no fue capaz de superar la primera ronda de semifinales, al caer contra el Valencia Basket (83-78), a la postre campeón.

Sin el primer título del año, el cuadro verde arrancó el curso con una idea muy clara: volver a la Euroliga. Además, cada partido disputado en la máxima competición acrecentaba esta necesidad. La Euroliga está en vías de construir una competición redonda. Es apasionante. Oír el «I feel devotion» ha estimulado al plantel malagueño, que ha competido con honores en Euroliga.

Claro que ese desgaste le dejó en el pelotón de «torpes» de clubes clasificados para la Copa del Rey. Incluido en el segundo bombo, el Unicaja quedó emparejado con el Real Madrid. Los cajistas volvieron a competir y tuvieron el partido en su mano, pero el Madrid fue mejor. En cuartos de final, en la primera ronda, el Unicaja tuvo que hacer el petate y regresar a Málaga, ya eliminado.

A partir de ahí, el curso se centró en tratar de llegar al Top 8 de la Euroliga. Lo tuvo realmente cerca, pero un par de derrotas le dejaron sin ese sueño. Quedó octavo, tras jugarle de tú a tú a los mejores de Europa, pero a tres victorias del Khimki, octavo. El Unicaja se despidió con un bagaje de 13 triunfos y 17 derrotas.

Sin Euroliga, el Unicaja tuvo el reto de llegar lo mejor posible a los play off, ya con sólo un partido a la semana. Había que cazar al Valencia, que era cuarto, y partir como cabeza de serie en los play off. Y lo tuvo en su mano, pero un triple de Van Rossom en La Fonteta provocó una derrota que, a la postre, supuso el punto final de la temporada. Desde entonces, el Unicaja no ha competido. Ha sido una sombra. De los ocho últimos encuentros del curso, el Unicaja ha ganado dos y ha perdido seis. La hecatombe en Badalona, cuando el Unicaja cayó en la última jornada de la Fase Regular y bajó a la séptima plaza, fue bochornosa. Ha sido la peor clasificación de la era de Joan Plaza. El cruce ante el Baskonia reflejó lo peor del Unicaja. Un equipo sin ideas ni potencia ni ganas, desquiciado en el banquillo y con una plantilla fuera de sí. Un equipo eliminado.

La temporada no ha tenido recompensa. El Unicaja no ha podido redondearla como se merecía, y eso a pesar de contar con el mayor presupuesto de los ocho últimos años, ya que se incrementó en tres millones de euros para alcanzar casi los 13 millones de euros. Los malos resultados van a desencadenar la marcha de Joan Plaza, que se ha convertido en el entrenador con más partidos en la historia del club, con 325. Nemanja Nedovic ha dicho también que se ha acabado su ciclo, por lo que hay que comenzar a trabajar para recomponer el plantel.