Cada vez son más los cocineros que recurren a las flores comestibles en sus creaciones culinarias, un elemento de creciente comercialización que se introduce en los platos para aportar sabores y texturas que llegan a sorprender a los clientes de los establecimientos gastronómicos.

Así lo ha asegurado a Efe Peter Knacke, director general de Sabor y Salud Axarquía, empresa malagueña que en temporada alta comercializa unas 80.000 flores al mes, que envía a toda España y a países como Austria, Holanda o el Reino Unido.

Knacke, de nacionalidad alemana, considera que los españoles son "los mejores cocineros del mundo", y ha manifestado que para ellos, las flores comestibles constituyen ya un campo "muy conocido" con el que experimentan.

"A menudo hablan conmigo para ver cómo pueden utilizar una flor o me preguntan qué variedad puede ir bien con el plato que están diseñando", ha añadido el director general de Sabor y Salud, que sostiene que cada ingrediente que entra en una elaboración culinaria tiene que tener un sentido y un significado.

Según Knache, no sólo se trata de aportar algo bonito o decorativo, sino que la flor tiene que tener un sabor, y de esta forma, se entra en un juego de sabores y texturas con la idea de sorprender al cliente final.

"La persona que prueba el plato tiene que sorprenderse al descubrir un sabor que reconoce en una textura que es desconocida para él", ha indicado el empresario, que ha señalado que la gente conoce el sabor de la menta, "pero ignora que su flor puede aportar el mismo sabor".

"La flor capuchina tiene el mismo sabor picante que el berro o la mostaza, y la de la rúcula posee el mismo gusto que sus hojas", ha agregado.

Sabor y Salud Axarquía cuenta con una superficie productiva de una hectárea en el municipio de Algarrobo (Málaga), donde dispone de cuatro invernaderos en los que se cultivan flores comestibles, hierbas silvestres y plantas aromáticas.

Knacke ha precisado que producen una treintena de variedades de flores comestibles y que las más demandadas son la borraja, en forma de estrella azul pequeña y sabor como el pepino; el tagete, de color amarillo y naranja y de sabor entre la piel de naranja y el jengibre; y la salvia cassis, de sabor como la zarzamora.

La empresa, que también comercializa ensaladas ecológicas, comenzó su actividad en 2005 y tiene una facturación anual de 200.000 euros.