Las calles más céntricas de Torremolinos, más concretamente el nuevo trazado reservado al tránsito peatonal desde las inmediaciones de la plaza Costa del Sol se ha convertido en un magnífico museo urbano, con hasta 11 esculturas de gran tamaño que van a permanecer instaladas hasta el próximo 30 de abril.

La muestra titulada Poesía Multiforme no dejará indiferente a nadie. Se trata de una recopilación de obras escultóricas que recorren la vida como artista Elena Laverón, nacida en Ceuta pero afincada en tierras malagueñas desde hace ya tres décadas. No es una escultora cualquiera.

Después de una infancia repleta de anécdotas, al haber recorrido tras la Guerra Civil buena parte del territorio que hoy en día configura el reino marroquí, empezó a destacar como autora de trabajos vanguardistas en tierras catalanas.

En la capital malagueña posee un inconfundible Marengo en las inmediaciones del paseo marítimo Antonio Machado, pero se le puede seguir su rastro, a través de su firma, hasta el Reina Sofía de Madrid o la sede parisina de la Unesco. No menos reconocido es su legado al otro lado del Atlántico, en ciudades como Nueva York o Atlanta.

El alcalde torremolinense, José Ortiz (PSOE), junto a numerosos integrantes de la actual corporación municipal, inauguraba al mediodía la exposición y dedicaba palabras muy emotivas, a modo de agradecimiento a la propia artista. El acto oficial se desarrolló en la propia plaza Costa del Sol, a la altura de la avenida Los Manantiales. La propia Elena Laverón manifestó que la muestra está compuesta por una selección de «obras escultóricas, realizadas en bronce o piedra artificial». Explicó asimismo que en algunos casos alcanzan los 2,5 metros de altura y los 4 metros de ancho.

El Consistorio remarcó que la obra de esta artista ceutí «atrapa por su grandiosidad y magnificencia, la misma que invita a entrar en contacto directo con su mensaje». Y a su vez se indicaba a los ciudadanos que disfrutaban en esta primera jornada de la muestra: «La serenidad y quietud que transmiten estas esculturas reflejan un momento complejo que hace que sus obras no se aíslen del mundo, todo lo contrario, consiguen y procuran un diálogo continuo con el transeúnte, que podrá tocar e interactuar con la obra, convirtiéndose así en una exposición interactiva».