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Los vecinos de Los Álamos se sienten satisfechos por las diligencias previas abiertas por el juzgado número 2 de Torremolinos, pero no hasta el punto de poner freno a sus reivindicaciones desde la pasada década por el ruido que soportan como consecuencia de los chiringuitos de copas situados en la playa. «Es como sentirte que ya no estás solo. Que las autoridades hayan visto lo que tú llevas años sufriendo es un primer paso pero la realidad es que seguimos sufriendo ruidos muy por encima de lo que establece la normativa vigente». Así lo afirma el portavoz de un centenar de familias de urbanizaciones como Los Álamos y La Cizaña.

«Lo lamentable es que sigamos sufriendo ruidos y que algunas de las medidas ya impuestas no se hayan tomado cautelarmente durante años. Ahora estamos contentos, porque algo es algo. Pero queremos que los establecimientos cierren antes», argumenta el presidente y a la vez portavoz de los 57 propietarios de la urbanización Los Álamos, Jorge Gallego.

«Estamos hartos de estos chiringuitos. Representan un abuso de más de una docena de años. Ojalá la gente pudiera pasar una sola noche aquí para saber que reivindicamos algo que está absolutamente justificado», afirma.

Los vecinos denuncian que la celebración del próximo festival de Los Álamos, que alcanza su segunda edición este año, provocará la huida masiva de decenas de vecinos. «Es todo un fin de semana sin interrupción. Es el remate. Todo comienza en San Juan y ya no se detiene hasta que pasa el festival. Ni siquiera en mi sótano, con muros de hormigón de 35 milímetros, se puede estar. Vibran las paredes como si fuesen de papel. Nosotros no podemos irnos porque tenemos una abuela de 87 años y hay que atenderla», apunta otro de los afectados que prefiere no facilitar el nombre porque afirma que ya ha sufrido represalias otras temporadas por quejarse en público.

Otro testigo de los efectos para la salud de una década de ruidos por encima de los niveles adecuados manifiesta que no son pocas las familias con episodios repetidos de «ataques de ansiedad, insomnio crónico e inestabilidad emocional». Muestra además el documento donde se reflejan las diligencias previas que se instruyen en el Juzgado de Instrucción número 2 de Torremolinos, a raíz de la petición que la Fiscalía de Málaga emitió en septiembre de 2015.

En dicho documento se hacía constar que desde 2010 muchos de estos vecinos y agentes del Seprona habían interpuesto denuncias ante el Ayuntamiento por el «desarrollo de actividades molestas por parte de chiringuitos de Torremolinos, especialmente música y servicios de copas hasta altas horas de la noche, que no estarían amparadas por las licencias administrativas concedidas como restaurante o kiosco de playa».

«Podemos entender lo del festival, porque son pocos días al año y dispone de autorizaciones. Pero ni comprendemos la música a un volumen altísimo desde por la mañana hasta la noche, incluso en las hamacas. Por todos estos motivos no estamos aún de todo satisfechos», concluye Jorge Gallego.