Eclipsada por la gloria lírica de las palabras de poetas imperecederos como Gerardo Diego, Federico García Lorca, Rafael Alberti o Manuel Altolaguirre, la Generación del 27 tuvo una banda sonora y, por lo tanto, a unos protagonistas tras las partituras. Son nombres mucho menos reconocidos que sus colegas del verso y que hoy son objeto de estudio y recuperación gracias al libro Los músicos del 27, un volumen entre la revisión crítica y el afán pedagógico y didáctico coordinado desde Málaga por Francisco Martínez, catedrático de Historia de la Música del Conservatorio Superior, y editado por la Universidad de Granada.

Musicólogos, profesores de conservatorio y críticos como José Luis Temes o Antonio Martín Moreno, entre otros, han aunado esfuerzos -desinteresadamente: ninguno ha cobrado un euro por sus artículos- «para dar a conocer la contraparte musical de ese periodo decisivo de la cultural española», apunta Martínez. Dos razones esgrime el catedrático para argumentar la mayor o menor oscuridad de músicos como Rodolfo y Ernesto Halffter, Gustavo Pittaluga o Salvador Becarisse, algunos de los arietes del 27 musical: «Primero, la brillantez de los poetas eclipsó a los autores musicales. Segundo, la música en nuestro país no ha sido nunca un constituyente de la cultura con tanta prestancia y prestigio como las letras».

Y añade un tercer y fundamental motivo: los acontecimientos del país malograron más las carreras de los músicos que de los escritores. ¿Por qué? Sencillo, reflexiona Francisco Martínez: «La guerra y el exilio perjudicaron mucho a los compositores. La música necesita de un soporte logístico para su desarrollo, como la existencia de orquestas, ciclos de recitales, mucho más importantes que la poesía, que sólo requiere del papel y la pluma. Así, por ejemplo, un autor tan interesante como Julián Bautista tuvo que sobrevivir en su exilio argentino con trabajos alimenticios con pocos horizontes estéticos. Y proyectos como el oratorio sobre Santa Teresa de Jesús, con música de Ernesto Halffter y Rafael Alberti, que podrían haber sido obras de altura, no pudieron realizarse».

Conclusión

Escuchadas ahora muchas de las partituras de los músicos del 27 -la mayor parte de las cuales han sido objeto de recientes grabaciones, incluso por parte de la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM)-, Martínez extrae una conclusión meridiana: «Es una música muy viva, que habla muy a las claras de esa edad de plata de la cultura española de por aquel entonces; se nota el mismo nivel de excelencia en los compositores que en los poetas. Lástima que esa suerte de chauvinismo negativo que tanto practicamos por aquí les haya restado méritos».

Los autores del 27, el libro, se planteó no como una pieza para coleccionistas o musicólogos sino con la intención de buscar al mayor número posible de lectores; así, como ejemplo de la orientación, hay estudios de contexto de las obras y guías con indicaciones cronométricas para que el lector/oyente pueda seguir la pieza, atendiendo a cada detalle y timbre significativo. No hay excusas ya para no descubrir o redescubrir la música de la poesía del 27. En esta misma página, el catedrático del Conservatorio Superior de Málaga recomienda tres opus para que el interesado pueda adentrarse en la banda sonora de la generación.