Con trece años la vio por televisión y aún sin oírla quedó embelesado de su pose de artista. Su forma de vestir, de mirar, de transmitir al público le llevó a una obsesión: conocer las múltiples aristas de la corta vida de la cantante Cecilia, trágicamente fallecida a los 27 años en un accidente de tráfico, un suceso que ocurrió cuando aún él no había nacido.

Treinta y cinco años después de su muerte, el joven periodista Jose Madrid (Granada, 1983) acaba de publicar la primera biografía de esta rebelde cantautora en el libro Equilibrista. La vida de Cecilia (Ocho y Medio), prologado por el crítico musical José Ramón Pardo.

Han sido tres años de duro trabajo, de entrevistas a familiares, amigos, de releer correspondencia privada, rebuscando en las hemerotecas, en la Biblioteca Nacional..., para poder arrojar más luz sobre este poliédrico personaje que dejó en nuestra memoria musical un buen puñado de canciones €Dama, dama, Nada de nada, Un ramito de violetas o Mi querida España€ que se han convertido en iconos de la música y la historia reciente de nuestro país.

Esta biografía hace «justicia» a una artista que revolucionó la canción de autor en la España del franquismo. Sin embargo, Equilibrista también descubre facetas muy alejadas de la «imagen comercial que se quiso mostrar de Cecilia», cuenta el periodista. «La discográfica solo potenciaba su imagen más cursi, se quedaba con Un ramito de violetas. No obstante, ella cantaba también en inglés y su música estaba influenciada por los sonidos más anglosajones de Joan Baez, Bob Dylan o Simon & Garfunkel. Quizás por eso nunca hubo ganas de retomar el personaje y saldar esta deuda pendiente con una artista tan destacada de la música española», explica Madrid.

El autor de la biografía considera que Evangelina Sobredo, su nombre real, era una mujer que a pesar de su apariencia de «candidez» y «dulzura», tenía un carácter «tremendo», «inestable», con complejos y vulnerabilidades. «Ella era obediente pero con un punto de transgresión. Si la casa de discos le pedía que fuera arreglada a una presentación, ella aparecía vestida de esmoquin», revela.

Además, Jose Madrid quedó sorprendido por la capacidad de Cecilia por superar su «complejo de fea». «Logra vencer esa timidez colocándose detrás de una guitarra y es paradójico que alcanzó cierta seguridad en el momento en que muere. Es como un arco dramático; una niña que se siente fea y que no encaja en su entorno, lograr superar esa timidez y se estabiliza cantando y escribiendo letras para poco después morir», subraya.

Otro de los aspectos que ha descubierto Jose Madrid sobre la corta y breve existencia de Cecilia era su inseguridad. «No se sentía merecedora del afecto que el público le profesaba. Se convirtió en una estrella sin pretenderlo».

Cecilia procedía de una familia acomodada. De padre diplomático y cultivada en ambientes intelectuales, la joven cantautora no encajaba en esta forma de vida. Por eso, en palabras del escritor, tuvo que luchar contracorriente y buscar el equilibrio; «hablaba medias verdades para burlar la censura franquista». El título de la obra define su personalidad, una equilibrista que tuvo que luchar contra la sociedad que le tocó vivir y contra sí misma».

Y sus letras siguen más vivas que nunca. Cecilia hablaba en sus canciones de la gente normal, de historias cotidianas que hoy oírlas «desnudas» solo con su guitarra mantienen toda la vigencia, porque retrataba una España que «todavía seguimos reconociendo».