Caminar hacia lo simple. Ésa ha sido la decisión tomada por el compositor portugués Rodrigo Leão para dar forma a su octavo álbum en solitario, A Montanha Mágica, un recorrido instrumental y minimalista por su infancia. El que fuera miembro fundador de formaciones como Madredeus y Sétima Legião acude el jueves al escenario del Teatro Cervantes (21.00 horas) para hacer sonar esa montaña imaginaria que ha inventado como refugio «para olvidar lo que está pasando en el mundo».

El título de este nuevo disco, A Montanha Mágica (La Montaña Mágica), nos lleva directamente a pensar en la novela de Thomas Mann...

Pero no tiene nada que ver. La novela de Thomas Mann es una obra un tanto pesada. Y este trabajo es justamente lo contrario: es un disco más simple que mis anteriores trabajos. Después de A mãe (2009) y la revisión de Ave Mundi Luminar (2010), que eran trabajos con muchas colaboraciones, con orquestas y con coros, he procurado tomar el camino de la simplicidad. A Montanha Mágica es un disco instrumental en el que aparecen instrumentos que no tocaba desde hacía mucho tiempo, como el bajo eléctrico, la guitarra, la batería, el xilófono... La intención era romper un poco con el método de componer siempre con sintetizadores.

Pero no vuelve a lo simple por saturación...

No. En muchos aspectos, este disco es una continuación de mis trabajos anteriores. En cada nuevo disco intento volcar muchas influencias: pop, tango, música clásica... Y con todas ellas intento construir un camino.

Para usted, los viajes son una importante fuente de inspiración. ¿Por dónde viajó para crear A Montanha Mágica?

Es curioso, porque la mayor parte de estas composiciones las escribí en Alentejo, un lugar que está a una hora y media de Lisboa y que es una planicie. Durante algunos meses del año estuve allí con la familia y los amigos y con un estudio portátil. Esta montaña es imaginaria. Es como un refugio para olvidar todas las cosas que están pasando en el mundo.

¿Cree que la música puede hacernos olvidar la situación económica y social que vivimos?

Creo que sí. Podemos imaginar un mundo mejor través de la música. Cada uno puede imaginar sus sentimientos cuando escucha música y pensar en las cosas de la vida.

Su disco alcanzó el número uno de ventas en Portugal nada más salir. ¿Le cambia a uno la vida llegar tan alto?

Para mí fue una sorpresa que un disco como éste, que no creo que sea de música comercial, alcanzara el primer puesto de ventas. Pero no trato de pensar mucho en ello. Debo intentar seguir mi camino. Siempre es bueno que tu música llegue a más personas, pero eso no puede condicionarte o hacerte cambiar.

Internet ha dañado mucho a la industria del disco. ¿Cree que hay una salida a esta situación?

Es cierto que la crisis es cada vez más grande y que afecta mucho a los músicos y a todas las personas ligadas a la industria. Creo que también hay mucha gente trabajando para invertir esta situación. Soy optimista en este sentido y creo que las cosas pueden cambiar. Pienso que las nuevas generaciones deberían pensar en el uso de internet de una forma diferente. Es evidente que todo creador quiere vivir de su obra. Son tiempos muy difíciles para los músicos. Es una suerte que yo pueda continuar haciendo conciertos, componiendo la música que quiero y grabando discos. Sé que hay mucha gente que está en ello y que no tiene no siquiera sitios donde ofrecer conciertos. También hay muchas emisoras de radio que no ponen algunas músicas... Es una situación grave.

Sus composiciones son admiradas en todo el mundo sin que pierdan su seña de identidad portuguesa.

La música no tiene fronteras. Mi música actual es más universal, pero vengo de dos proyectos, como Madredeus y Sétima Legião, con acento muy portugués. El idioma no es una barrera. Además, en España siempre nos han recibido muy bien.