¿Cómo se encuentra tras recibir este premio literario?

Estoy muy contento. El verdadero premio es el nombre del galardón Generación del 27 y los miembros del jurado, personalidades muy importantes.

Desde hace veinte años no recibía un premio literario, porque en1992 recibió el Hiperión por su libro La espera. Curioso, ¿no?

Pues sí [risas]. Un premio de poesía cada veinte años... Así que el próximo supongo que me tocará para 2032.

¿A qué se debe el título de Caleidoscopio?

Tenía bastantes poemas de distintos estilos y me di cuenta que tenía un libro con la idea básica de la variedad. Por eso busqué un título que aglutinara eso, Caleidoscopio, porque es un manera de mirar algunos detalles del mundo desde un agujerito con emoción y estéticas tradicionales y también con poemas más arriesgados, con un lenguaje a veces prosaico y otras extremadamente lírico.

Usted es un poeta de reconocido prestigio y un gran investigador. Con esta experiencia, ¿cómo entiende la poesía?

Si algo he aprendido en estos años es que la poesía es un acto de creación. Por mucha formación y por mucha cultura que uno tenga al final tiene que importar crear algo nuevo y distinto. Ahora estoy apostando por la creación. La poesía tiene ese elemento de unión entre la razón que por un lado da el conocimiento de la lengua y la tradición literaria y, por otro, la improvisación o la pasión que implica toda creación artística. La poesía y la tradición poética sean el espacio adecuado para mi obra.

Ha promovido el primer máster universitario en Creación Literaria en la Universidad Pompeu Fabra. ¿Cómo ve las nuevas generaciones poéticas?

Decirle que cada vez los alumnos son mejores, pero no todos quieren hacer y escribir poesía. Son poquitos los que quieren dedicarse a la lírica. Es un medio adecuado para abrirse camino. La idea de unir el rigor académico con la creación literaria está funcionando muy bien.

¿Usted piensa que la poesía ocupa el lugar que le corresponde o sigue siendo el pariente pobre de la literatura?

En la vida nada ocupa el lugar que le corresponde pero tiene el lugar que merece. Como dice Francisco Brines: «Los poetas no tenemos público sino acaso lectores». Creo que esa fidelidad del lector es la que hay que cultivar. Prefiero relectores que lectores y ojalá que este libro sirva para que los lectores, críticos y los interesados en la poesía relean algunas de las cosas que he escrito antes y que me han llevando hasta aquí, hasta Caleidoscopio.