­De un tiempo a esta parte, María Victoria Atencia vive una etapa agridulce. Amarga por la desaparición de su marido, el escritor Rafael León -«mi maestro en tantas cosas y en particular en mi vida literaria», suele comentar-; suave al paladar por los numerosos reconocimientos que, por fin, está recibiendo la poetisa: el nombramiento del doctor honoris causa por la UMA, el bautizo de una calle con su nombre y apellidos, el hecho de ser la autora del año de la Junta de Andalucía y, hoy, recibir el Premio Real Academia Española (RAE) por su obra El umbral (Pre-textos). Comienza esta tarde, a las 19.30 horas, en la propia sede de la RAE, en Madrid, el año Atencia. Nada mal para una mujer que, como ha reconocido en numerosas ocasiones, siempre ha escrito para sí misma, para dentro, hacia dentro, hacía sí misma.

«Ya está todo en sazón. Me siento hecha, /me conozco mujer y clavo al suelo/ profunda la raíz, y tiendo en vuelo/la rama, cierta en ti, de su cosecha». Estos versos de Sazón (1954) podrían condensar buena parte del corazón poético de María Victoria Atencia, la mujer que abandonó su otra vocación, la de pilotar aviones, cuando se estrelló su profesor y fallecieron sus padres: la malagueña tenía cuatro hijos, mucho que perder si la perdían a ella.

Pero, en realidad, la poetisa no dejó el riesgo, porque, comenta, «en el aire aprendes la técnica y vuelas; pilotar palabras, encontrar el espíritu y la palabra justa es algo que no viene sólo con la técnica». Ni tampoco a contemplar la muerte, uno de los grandes ejes de su poesía: «En el joyero Tiffany´s se marchita una joven/rosa de Jericó/Sólo al costado mismo de la muerte comienzan/su plenitud las rosas/tras la ruptura última del quicio de la sed» (Rosa, de El Coleccionista). Versos de 1979 pero que podrían estar en El umbral, el poemario reconocido por la RAE -de hecho, el libro contiene otro poema titulado Rosa- a propuesta de Luis Goytisolo, Margarita Salas y Soledad Puértolas. La institución que gestiona las entrañas de nuestro lenguaje galardonó el libro de la malagueña por «conjugar la modernidad expresiva con un intenso aliento lírico nacido de una voz poética profundamente original». O lo que es lo mismo: a sus 83 años esta mujer sigue siendo un talento fresco, vivo, con cosas que decir y hacer sentir.

Por cierto, que María Victoria Atencia pisará hoy el salón de Actos de la Real Academia de la Lengua, un lugar al que lleva años aspirando. El fallecimiento, en 2012, del académico Valentín García Yebra supuso una vacante en la institución, para la que había dos candidatas: la malagueña -respaldada por Soledad Puértolas, Inés Fernández Ordóñez y Luis María Anson- y Carme Riera. Finalmente, fue la novelista mallorquina la que ocupa el sillón n.

El mes que viene, otra cita importante. El Centro Andaluz de las Letras, dependiente de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, celebrará un acto para resaltar el nombramiento de Atencia Autora del Año. Así, el Gobierno andaluz ha programado un completo programa de actividades en torno a la vida y la obra de la malagueña. La idea, según Luciano Alonso, el consejero de Cultura: «No sólo pretendemos hacer más visible ante la opinión pública la obra literaria de una escritora excepcional, sino poner en valor a la generación andaluza del 50 a la que históricamente pertenece y que a veces no ha recibido el debido reconocimiento en el resto del Estado español». Una distinción que, por si había alguna duda, instala a la autora de Ex libris en el altar de los grandes, de los venerados. Como su querido y admirado Jorge Guillén, uno de los primeros que supo ver las bondades de las palabras de la malagueña, «versos nobles y tan sencillos», dijo.

Pero aún hay más. El Instituto de Academias de Andalucía le ha concedido la Medalla de Honor de dicho instituto a propuesta de la Real Academia de Antequera, Academia Malagueña de Ciencias y Real Academia de Bellas Artes de San Telmo. La cita, tentativamente el 26 de abril en el Albéniz, será otra excusa para celebrar la vida y la obra de María Victoria Atencia.

«No queda sino el tiempo, Victoria Atencia; tiempo/No queda tiempo. Queda todo el tiempo», se escribió en su poema El viento. Y sigue ofreciendo poemas así, emocionantes, pariendo «la perfección, sin historia, sin angustia, sin sombra de duda», como estimó su escritora su paisana María Zambrano, desde su residencia en La Malagueta, donde escribe, casi siempre, de madrugada. «Es la poesía de una mujer que mira el mar a diario», describió una vez uno de sus fervientes lectores en un blog a propósito de su obra. Y que mira a la vida, a pesar de las adversidades o, quizás, por esas adversidades. Comienza hoy el año María Victoria Atencia, y las palabras aplauden en las nubes.