'Medea, la extranjera'

Director: Rich Moore. Voces en la versión original: John C. Reilly, Jack McBrayer, Jane Lynch, Sarah Silverman

Medea la extranjera, de Atalaya Teatro, abre temporada en el Romano de Málaga. Cuatro obras acorde con el escenario que las acoge, en cuatro fines de semana. Una buena oportunidad para disfrutar del teatro en un espacio que desde su origen (y ya han pasado años) no ha cesado en su actividad, salvo por algún tiempo. ¡Ay, qué noches aquellas del Romano veraniego de unas décadas atrás! Pero ahí están de nuevo sus gradas permitiendo al espectador pasar un buen rato. Ahora la oportunidad viene de los sevillanos de Atalaya, que bajo la dirección de Ricardo Iniesta y con textos de diversos autores, nos dan una visión propia del personaje épico. Lo que tienen los mitos es que cada uno puede dar su visión porque a fin de cuentas el autor ya no va a venir a desdecirte y así se convierten en una excusa para exponer ideas propias. La verdad es que Medea era una mala persona y se las arregló para cautivar la voluntad de Jasón con embrujos y hechicerías de la época. Habrá quien diga que fue Jasón el que se aprovechó de las virtudes de la protagonista para lograr su objetivo, el Vellocino de Oro, que si no, no lo consigue, y que luego abandonada tramó su venganza como heroína trágica, pero lo cierto es que era una manipuladora. Aquí la historia se centra sobre todo en el período en que la susodicha se ve sola en tierra extraña y despreciada por todos por ser extranjera, pero un servidor no está seguro si ese ultraje se debía sólo al hecho de ser de fuera o a que más de uno sabía de las nigromancias que se gastaba. Sea como sea el lenguaje utilizado nos conduce por una historia que se narra sobre todo con elementos visuales. El movimiento escénico frenético se aprovecha de la parafernalia de los elementos que entran a la escena para envolver entre movimientos coreográficos que se arman y desarman la narración. Rápidamente vemos contar las peripecias de la leyenda entre significativas construcciones que dan forma a los espacios y transiciones. El tono trágico lo aporta sobre todo la espléndida composición musical y el juego de voces y cantos que sale de boca de los actores. Es una creación que se sustenta fiel y coherentemente en la vistosidad de las imágenes. Iconografía que vuela entre colores orientales y pasolinianos (de Pier Paolo Pasolini) modos de visualizar el carácter mediterráneo. Un arduo trabajo para unos actores entregados al cien por cien. Y un estupendo comienzo para las noches del Romano, que ya tiene asegurada buena parte de sus pétreas localidades.