01 «Vestigio e impotencia». Victoria Maldonado, comisariada por Blanca Montalvo y Carmen OsunaSala de exposiciones Facultad de Bellas Artes de Málaga | Hasta el 27 de mayo

Entre dejar las huellas de uno mismo, volver sobre nuestros pasos, recorrerlos en definitiva una y otra vez, y saber que al final estos vestigios no perdurarán para siempre versa la idea conceptual de la propuesta que la joven escultora malagueña Victoria Maldonado lleva a cabo en la sala de exposiciones de la Facultad de Bellas Artes de Málaga. Posiblemente el noventa por ciento del trabajo artístico parta de esta premisa fundamental, construyendo un camino que va desvelando, poco a poco, nuestra propia genealogía. Algo así como hacer presente aquello que permanecía oculto, velado en nuestro inconsciente. Como trazar un mapa de uno mismo en un lugar para que otros nos vean a través de nuestros propios ojos. De algo de esto habla también la artista cuando se siente identificada con algunos textos que le parecen estar hablando sobre ella, textos que fueron escritos, como apunta en el catálogo, hace «!!60 años!!». Ese maravilloso descubrimiento de ver cómo en tu genealogía ya hubo alguien -o algo- antes que uno mismo. Son, posiblemente, esas ocasiones en las que tienes la sensación de estar recorriendo el camino correcto, ese sendero que parece dejar vislumbrar el devenir de uno. En el caso de Maldonado, un sendero que parece posicionarla en el lugar de figuras como Louise Bourgeois, Rosemarie Trockel o Eva Hesse, destacando la relación íntima con el material y una nueva manera de reintroducir la figura humana en el paisaje contemporáneo partiendo de la propia huella del artista.

Ya se ha podido ver, en exposiciones anteriores, como la que tuvo lugar en la Casa Sostoa con el título de Labra pérfida, la precisión y delicadeza que esta artista otorga a sus piezas. Ahí, desde un material como la cerámica fue capaz de generar todo un catálogo fosilizado de objetos donde la idea de muerte quedaba reflejada del mismo modo que lo vemos cuando visitamos un museo de ciencias naturales. Una serie de esculturas lacadas en blanco que partían de la entomología y que eran presentadas de manera muy organizada a modo de taxonomía.

En la exposición que nos ocupa, Victoria Maldonado rompe con lo antes mencionado para ofrecer un trabajo más visceral donde la huella del artista, tanto formal como biográfica, es protagonista. En este caso, Maldonado parte del recorrido desde su estudio de trabajo hasta la facultad para generar un discurso conceptual que puede verse en dos planos simultáneos. Por un lado, en la pared una serie de planos geométricos realizados en barro negro, con numerosos vértices, simbolizan, a modo de cartografía, este tránsito durante 105 días; una especie de diario de a bordo que muestra la persistencia en hacer visible lo cotidiano enfatizando en recursos como la repetición y la metáfora visual. Figuras que en ocasiones muestran el camino completo y en otras retazos de lo que éste fue. Por el otro, una acumulación de pellas de barro colocadas en el suelo, de manera azarosa, rompen con el orden que observamos en la pared, mostrando una especie de caos en la sala que no es otro que el de los restos sobrantes del material utilizado. Unos restos que han sido trabajados con violencia, como dice la propia Maldonado «arrojándolos al suelo una y otra vez, a ciento noventa centímetros de caída […] siendo de esas manías inconscientes que se van adquiriendo con el paso del tiempo y que, de alguna manera, se convierten en un modus operandi». Tanto las unas como las otras forman una escenografía que invita al espectador a entrar y dialogar con la propuesta. Poco a poco, podemos descubrir los distintos tránsitos alrededor de la instalación, que termina al final de la sala con un autorretrato fotográfico de la artista que simboliza el final del camino al que Maldonado nos ha llevado abocados.

Destaca como nexo de unión de la propuesta el uso del color negro del barro, que le confiere al trabajo una profundidad que coloca al espectador al borde del desasosiego. El espacio tiende a achicarse por momentos, agobiante, echando en falta algún elemento que sirva de soporte, de rescate, hacia una luz que no está en escena. Una negritud que inunda la sala y que vuelve algo hermética la propuesta que, a mi parecer, pide a gritos algún resorte que la haga desbordarse por algún sitio. Quizás hacia lugares intermedios del camino, como puedan ser pequeñas narraciones residuales, algún que otro material que sirva de contrapunto, u otro recurso que aligere la carga conceptual que el proyecto soporta.

02 Art & Breakfast, Hotel Room Mate Larios | 6, 7 y 8 de mayo

La Feria de Arte Contemporáneo Art&Breakfast cumple su segundo aniversario en la ciudad con algunas luces y sombras, como resulta comprensible en una cita tan joven y en una ciudad periférica en lo que respecta al arte contemporáneo, como Málaga. Digo esto porque aunque hayan emergido en la ciudad una gran cantidad de museos, algunos de ellos de notable calidad, no es menos cierto que seguimos estando lejos de ser referentes a nivel galerístico. No olvidemos que son las galerías las que, finalmente, exportan a nuestros artistas en las distintas ferias de arte contemporáneo tanto a nivel nacional como internacional.

El formato elegido para esta segunda ocasión fue el mismo que en la vez pasada. Un formato que se está asentando en los últimos años en las capitales con la proliferación de otras ferias, la mayoría realizadas en la órbita de Arco Madrid, como Room Art Fair o Drawing Room y que sirve para dar visibilidad y salida al arte más emergente. Un detalle interesante a resaltar de este tipo de ferias es que huyen del elitismo envolvente del mercado con mayúsculas favoreciendo un tipo de coleccionismo más accesible al espectador medio. En este sentido, y volviendo a Art&Breakfast, se pudieron encontrar trabajos originales de artistas destacados que, en ocasiones, no superaban los cincuenta euros.

Emplazada tanto en la segunda como en la tercera planta del hotel Room Mate de calle Larios los stands de la feria correspondían a sendas habitaciones del hotel, en su mayoría ocupadas por expositores residentes de la ciudad. Así, podía verse, de entre los proyectos más destacados, el stand destinado al espacio Columna JM, dirigido por Javier Marín, que contaba entre otros con los trabajos de Hadaly Villasclaras, Alejandro Castillo, Gonzalo Fuentes, o Javier Map; o el gestionado por Pedro Alarcón, que con su proyecto Conflicto, trajo a la feria el espíritu de la Casa Sostoa, haciendo dialogar en el espacio los trabajos de José Luis Puche, José Luis Valverde y Victoria Maldonado. Lo bien trabajado de esta propuesta le valió el premio a mejor stand de la feria, compartiendo méritos con Cisco, galardonado como mejor artista. Espacios como Estudio Santa Rita, Trincharte o Apertura también merecen una mención positiva, al igual que otras propuestas como la llevada a cabo por Galería Gacma.

Sí es cierto que daba la sensación de que la feria se hubiera gestado de manera algo precipitada, ya que llamaba la atención lo fuera de lugar que estaban algunos expositores. De todas formas el nivel debería ascender en próximas ediciones si es que éstas llegan a tener lugar finalmente.